domingo, 23 de junio de 2013

Links de Torero funcionando :3

Por mera decidia no había subido el fanfic hasta que casi lo pierdo el dia de hoy en la madrugada D: Pero bueno , ya esta arreglado y todos sus links funcionan en el apartado de su nombre !!! :3

Torero Capitulo 20 Ciudad de México



-Espero que te gusten las Ciudades…
-Bueno, yo vivía en una- dijo Tom sin comprenderlo
-Mira esta- dijo señalando a su izquierda, donde la gran urbe se extendía más allá de lo que sus ojos alcanzaban a ver en el horizonte, y se perdía en lo escondido a su vista, detrás de cerros y colinas completamente poblados hasta en sus más difíciles rincones
-¿Dónde estamos? – preguntó el rubio sin creérselo y sin apartar su vista del horizonte
-Ciudad de México – respondió Bill sonriendo al notar su asombro
-¿Cómo rayos no se pierden?
El patinador no se imaginaba que un lugar así de grande existiera. Si el se perdía a veces en Leipzig, viviendo ahí toda su vida, ¿en la Ciudad de México? Eso era un auténtico laberinto.
-¿Ya te espantaste?
-Claro que no- dijo cual ofendido - ¿Sabes andar por aquí verdad?
-Emm… No
-¿¡Que?!
-Estoy jugando Tom – rió el pelinegro deteniéndose en un alto- Si la conozco, aunque hacía años que no me paraba por aquí… ha cambiado bastante
Aún cuando el estar en un lugar desconocido lo alteraba un poco, el hecho de estar con Bill lo tranquilizaba bastante. Nada malo podía acercarse si se mantenía a su lado, absolutamente nada. Sin poder quitar la vista de la ventana cuando pasaban frente a la estación del Metro Potrero, dirigiéndose a la calzada de los misterios y finalmente tomando el paseo de la reforma, la entrada al bello Centro Histórico de la antigua ciudad Azteca.
-Es enorme…- no paraba de decir el rubio. Bien podrían ya haber recorrido 3 veces Leipzig
-Un poquito… pero no creo que quieras verla toda en auto ¿o si? – contestó el pelinegro dirigiéndose a un costado del Palacio de Bellas Artes entrando al hotel Hilton , justo frente a la Alameda Central , recientemente remodelada.
Mientras el chico del Valet Parking se encargaba del auto, Bill pidió una suite matrimonial, y pagando con una tarjeta de crédito, le entregaron la llave de su habitación. Que ni siquiera se molestaron en ver primero
El personal subiría su equipaje, ya tendrían tiempo para acomodarse después.
Salieron andando ante todas las miradas, que si bien no eran acosadoras, hicieron que Tom se sintiera extraño al sentirlas sobre sí. A leguas se notaba que no eran del lugar.
Anduvieron por el Palacio de Bellas Artes, la enorme Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo flanqueada por el Palacio de Gobierno y la Catedral metropolitana; y contemplaron como los soldados del Ejército mexicano bajaban la gran bandera tricolor y su escudo al centro con todo respeto, cual si su vida dependiera de ello. La Casa de los Azulejos, un restaurante remodelado de la época colonial fue el lugar de su cena, y las fuentes frente al Monumento a la Revolución, les dieron un buen susto al activarse de repente y prácticamente bañarlos haciéndolos gritar y correr a las orillas para secarse un poco.
Estaban completamente empapados
-¡Eso no estaba!- dijo Bill sorprendido y con el cabello lacio, mirando a la fuente con resentimiento como si fuera a intimidarla
- A que no te atreves a volver a pasar – lo retó Tom divertido e igualmente empapado
-¿Quieres ver que sí?- respondió el torero sonriendo
-¿Y si no?
-Si lo hago ¿Qué?
-Si lo haces… emm…- dijo Tom confundido, no había pensado esa parte
-Si yo lo hago, ¡tú también lo harás!
-¡¿Yo por qué?!
-¡Fue tu idea!
-¡Pero no así!- se quejó el patinador y cuando menos lo esperó, Bill lo tomó entre sus brazos y caminó hacia las fuentes activas frente al monumento
-¡Bill!- gritó al mojarse de nuevo sin poder tocar en lo absoluto el piso
-No hables… - susurró el pelinegro tomando su barbilla y besándolo suavemente entre la cascada de agua, la cual se sentía cálida e iba toando los colores del arcoíris, producto de las lámparas y reflectores que ahora la iluminaban
-Vamos; no quiero que te enfermes…
-Pero si esta haciendo calor- protestó Tom sin querer volver al hotel. Al lado del clima invernal de Alemania, los 27 grados de la Ciudad de México le parecían un desierto total
-Bueno, supongo que podemos dar otra vuelta- sonrió el torero mientras andaban hacia el Ángel de la Independencia , que se erguía orgulloso tal como si en cualquier momento fuera a emprender el vuelo por el estrellado cielo mexicano ; hasta que realmente, llegó el momento de regresar
Al subir a la habitación, Tom cayó rendido en el sillón intentando recuperarse. Habían caminado todo el día; sin embargo, Bill continuaba tan campante como siempre
¿Cómo rayos lo lograba?
-No me digas que te cansaste…
-Nunca había caminado tanto en mi vida – dijo el rubio al tiempo que su novio se sentaba a su lado. Entonces, su cansancio desapareció de repente, lo cual era bastante extraño… el pelinegro contemplaba la ventana sin mirar nada en especial más que el cielo nocturno
-Tu cabello está mas largo…
-No he tenido tiempo de cortarlo… ¿no te gusta?
-A ti todo se te ve bien – respondió lanzándose a besarlo sin poder contenerse. Los preciosos labios del pelinegro, sus facciones, su cuerpo… desde aquella vez que en Monterrey se había frenado aún cuando su cuerpo se lo pedía, se había vuelto una droga para el, lo deseaba, no podía decirlo de otra forma; si tan solo el miedo no lo acorralara cada vez…
Bill correspondió al beso, que fue tomando fuerza y cargándose de pasión, hasta que lo dejó sin aliento, siendo forzados a separarse
-Tom, ¿Qué estás haciendo?- preguntó el torero sorprendido, ya que jamás había notado ese lado del otro.
-Bill; tenemos que hablar- dijo Tom aún nervioso pero decidido; cansado de que esa escena inconclusa se repitiera una y otra vez
-¿Que pasa? - respondió el pelinegro sentándose al borde de la cama frente a el
-Bueno...
-es sobre...eso ¿cierto?- definió sin ser explicito comenzando a sonrojarse
-Sí...-susurró el rubio agachando la mirada y centrándose en las manos del torero, que las mantenía entrelazadas intentando calmar su nerviosismo- estoy cansado de esto...
-Yo no te voy a presionar...Tom- respondió sin pensarlo un solo segundo-yo...
-Lo sé; pero... sé que tú también lo quieres- concluyó dejando en silencio la habitación
-No si tú no quieres- dijo Bill sonrojado al escuchar sus palabras; y aun cuando una lucha de ideas se había desatado en su interior, tenía que admitir la verdad...nunca antes de había sentido ansioso por hacerlo, y ahora, Tom lo estaba volviendo loco con cada beso, caricia, y abrazo que le daba por muy inocente que fuera, casi haciéndolo perder la cordura
-No es eso. Solo...tengo miedo...
Miedo... esa era solo una de las cosas que lo atormentaban en ese momento
Había esperado mucho para encontrar a esa persona ideal; su otra mitad...a ese ser a quien amara más que a su propia vida y que sintiera lo mismo por él. Alguien que no buscara más que protegerlo, cuidarlo, y hacerlo saber en más de una forma el cuanto lo amaba. Y ya lo tenía... se amaban, y no había duda de eso.
Y ansiaba poder consumar su amor con él; per los numerosos fantasmas de las dudas lo retenían...
-Miedo...-repitió Bill tomándolo de la mano, sin saber exactamente como proceder... ¿como decirle a Tom que no temiera, cuando el mismo estaba aterrado?
Tom significaba todo para el, absolutamente todo, y el simple pensamiento de poder hacerle daño lo aterraba
-Yo...yo ¡soy virgen!- dijo el patinador avergonzado mientras todos sus temores venían a su mente de golpe
No estaba seguro de poder complacer a Bill como se suponía que debía ser, y como quería...y el dolor... ¿Y si era tan insoportable y lo arruinaba todo?
¿Y si Bill ya había estado con alguien más? ¿Y si lo comparaba con algún otro novio que hubiese tenido y le decía que lo hacía mal?
Los celos y el dolor lo invadían de solo pensarlo
-Tom Yo...yo también lo soy- respondió el torero inseguro sintiendo la sangre correr a sus mejillas. Estaba a punto de entregarse por completo, y ni siquiera sabía que era lo que tenía que hacer...
-¿Es en serio?
-Si...- dijo sintiéndose expuesto al notar como Tom lo miraba sorprendido- eso... ¿eso es malo?
-No...No lo es...- dijo sintiendo un gran alivio. No tenía que preocuparse de no complacer a Bill, ambos estaban igual…vírgenes…
-Crees que sea... ¿especial?
-Eso espero... ¿tu?
-Trataré de que así sea- dijo el pelinegro en un suspiro uniendo suavemente sus labios mientras Tom solo le correspondía ; intentando acallar sus miedos por un segundo, y eliminando algunos otros; dejándolos atrás.
-¿Quieres ahora?- preguntó Tom comenzando a mentalizarse un poco esperando no arrepentirse de lo que estaba haciendo
-¿Tu?...- dijo el torero acariciando su mejilla tiernamente viéndolo sonrojar- o podemos intentarlo después…
“Si lo posponemos, nunca podré decidirme de nuevo”- pensó Tom decidido volteando a mirarlo a los ojos
-No. Yo quiero hacerlo…lo quiero ahora, contigo y…- concluyó levantándose de la cama mientras Bill lo seguía, completamente inseguro de lo que tenía que hacer
El patinador no pudo terminar la frase ya que al instante Bill se apoderó de sus labios aún nervioso .Tom rodeó su cuello profundizando el beso mientras el lo tomaba por la cintura y lo acorralaba contra la pared, donde continuaron su lucha por el control del beso, sin que ninguno se quedara atrás
-Tom…- susurró suavemente el pelinegro abandonando sus labios y besando la fina piel de su cuello, lo cual hacía que el otro comenzara a perder el control; a la vez que ladeaba su cabeza para darle mayor libertad a su amante, quien dejaba pequeñas marcas en el y colaba su delicado tacto bajo la camiseta del patinador, causándole un estremecimiento al instante y el inicio de una respiración acelerada
-Bi-Bill…- susurró al ver su ropa comenzar a desaparecer, dejándose llevar al tiempo que acercaba aún más sus cuerpos, subiendo la temperatura
El torero lo tomó en sus brazos llevándolo hasta la cama mirándolo a los ojos, notando su nerviosismo.
-Vamos, recuéstate- le invitó Bill dedicándole una tierna sonrisa, a lo que el rubio obedeció sin pensarlo dos veces – eres hermoso…- susurró bajo contemplándolo
-Bill… tengo miedo – dijo sonrojándose y comenzando a temblar un poco
-¿Quieres que pare?- contestó su novio mirándolo con ternura
-No…; quiero continuar…
-Tranquilo… no haré nada que no quieras... lo prometo- dijo besando su pecho ya desnudo, comenzando a sacarle suspiros al patinador, quien comenzaba a desabrochar el cinturón del pelinegro, sin mucho éxito
- No soy el único nervioso- dijo el torero besándolo intentando calmarlo, causando un sonrojo en el otro al tiempo que lo despojaba del pantalón
Bill suspiró y se estremeció al sentir como su pantalón bajaba por esa parte haciendo sonrojar al rubio al notar su ya creciente erección por debajo de su ajustada ropa interior, que la contenía casi de manera dolorosa.
El patinador rodeó su cuello con los brazos mientras el otro sonreía y depositaba un delicado beso en su frente, recargándose en el, haciendo que sus erecciones se tocaran aún con la ropa puesta.
-Ahh!
-Ahh… Bill…- gimió el rubio sonrojándose y con la respiración entrecortada
-¿e-estas…bi-bien?
-Si…sigue- indicó Tom con voz diminuta debatiéndose entre su parte consciente y aquella que quería perder por completo el control, y que estaba peligrosamente cerca de ganar
Bill lo besó mientras acariciaba su cintura, comenzando a desatar suspiros llenos de deseo en el otro
-mmhmh Bill- decía contra los labios del pelinegro sin dejar de concentrarse en las manos que lo acarician
De pronto, dejó de hacerlo para bajar por su mentón y su cuello, el cual mordía, lamía y chupaba con delicadeza mientras con su otra mano, estimulaba los pezones de Tom acariciándolos, y mordiéndolos de repente, haciendo que estos se pusieran duros al instante haciéndolo gemir, excitando aun mas al pelinegro, al escuchar a su novio hacer ese tipo de sonidos y saber que el era quien los causaba, con cada toque o movimiento suyo.
Continuó con aquella tarea que le encantaba, recorriendo el cuerpo de Tom con sus labios, dejando un rastro de besos húmedos hasta llegar a su cadera, desabrochó su pantalón y se deshizo de el perdiéndolo en algún lugar de la habitación junto con su ropa interior, dejándolo completamente desnudo
-No… no me veas…- dijo cubriéndose con las manos, completamente apenado.
- Esta bien…- respondió Bill apartando la mirada, mas sin poder ignorar ya despierto sexo del otro, listo para ser atendido. Sin pensarlo dos veces, lo tomó entre sus dedos apartando las manos de su novio, y empezó a acariciarlo suavemente de arriba abajo sin parar, primero despacio hasta aumentar la velocidad poco a poco
-Ahh… Bill…- gemía mientras el pelinegro lo miraba extasiado, el patinador sentía su cuerpo entre un mar de sensaciones, no podía pensar, solo sentir la maravillosa sensación de placer que en ese mismo momento le proporcionaban, su cuerpo se movía involuntariamente, sin querer tocando entre las piernas del otro, rozando la hombría del otro haciéndolo gritar y sonrojarse sin que dejara de tocarlo.
Tom sacó los boxers ajustados de su novio mirando la hombría de este ya completamente despierta causándole un sonrojo como nunca lo había tenido en su vida… era grande…
Bill separó sus piernas y acomodándose entre ellas, lamió tres de sus dedos rápidamente y separando sus nalgas, comenzó a tocar su entrada poco a poco, hasta introducir el primero
-¿Te duele?
-Ughh… no, pero… es… incómodo… se siente extraño- respondió ardiendo en medio de su sonrojo
- Si te duele, dímelo- indicó el torero comenzando a moverlo en círculos e introduciendo un segundo
-e-esta bien- contestó comenzando a suspirar segundos después cuando el pelinegro hacía un movimiento de tijeras e introducía un tercero, comenzando a buscar el punto del patinador
-AHH ¡¡BILL!!- gritó al sentir como en un movimiento, veía estrellas ante sus ojos nublándole la vista haciéndolo sentir un placer indescriptible
- Así que ahí estaba…- dijo sacando sus dedos del interior del rubio, quien se quejo al ya no sentirlos al igual que esa maravillosa sensación-¿Listo? – preguntó tomándolo de las caderas y alzándolas un poco
Tom se estremeció al sentir aquella punta tan dura y húmeda contra su entrada; y estaba apunto de decir algo cuando los labios del pelinegro se apoderaron de los suyos con dulzura y pasado unos momentos en cuanto menos se lo espero Bill lo penetro de golpe pensando en que si lo hacia lento lo lastimaría mas

Gran error

El grito de dolor del rubio fue acallado por sus besos... se separo un poco de Tom
Quien lo miraba con los ojos llenos de lagrimas a punto de salir
-Idiota.-Susurro Tom casi en silencio
-Exacto… idiota- dijo Bill con los ojos cerrados con fuerza sintiendo un dolor intenso en su miembro sin poderse mover, al tiempo que escuchaba los débiles sollozos de su novio, quien comenzaba a llorar debido al dolor
-Tom perdóname...creí que…si lo hacia lento te lastimaría mas.-Dijo al momento de limpiar sus lagrimas y besarlo suavemente mientras sus propias lágrimas caían
-Pues creíste mal…Me dolió – sollozó abrazándose a su novio quedándose quieto, aguardando a que pasara el dolor

Minutos después, Tom intentó moverse cuando pudo soportarlo…el pelinegro comenzó a embestirlo lentamente, causándole un ligero placer pese al dolor al otro quien empezaba a gemir con una expresión de placer comenzando a descontrolarlo, al tiempo que sus propios gemidos comenzaban a salir deseando más, con lo que fue aumentando la velocidad, perdiéndose en las sensaciones que lo invadían, embistiéndolo más fuerte y haciéndolo gemir con cada estocada

-Ahh Bill!! Más…- gemía el rubio sintiendo tocar las estrellas , las cuales veía cada que Bill tocaba ese punto dentro de él – más rápido…

Pronto, el pelinegro comenzó a embestirlo con toda su fuerza, ya sin escuchar la entrecortada voz de su novio, completamente absorto en el placer que sentía, hasta que continuó masturbando al otro, sin poder dejar de suspirar y gemir profundamente

-Ahh… Bill…Bill…

Tom se regañó a si mismo completamente perdido en su mente; ¿Cómo podía no haber hecho antes con Bill? El dolor valía cada segundo de lo que estaba sintiendo, no podía controlarse, ni dejar de gritar el nombre de su amante; pronto, se encontró enterrando sus escasas uñas en la espalda del otro, que lo tocaba aún más insistente por toda la extensión de su miembro sacándole todos los suspiros posibles como si no hubiera un mañana

Sentía tocar el cielo, entre los salvajes besos de Bill; una fuerte corriente de placer lo arrastraba y lo cegaba haciéndole saber que pronto terminaría

-Ahh… Tom… mmm…- decía el pelinegro mientras continuaba besándolo en los labios, gimiendo contra ellos, reclamándolo como suyo y sabiendo que no duraría mucho más

-Ahh…AHH!! – gritó Tom sintiendo una explosión interna llevándolo al orgasmo y corriéndose manchando el abdomen de ambos , causando lo mismo en el otro obligándolo a venirse dentro de el al contraer sus músculos , llenándolo con ese líquido tibio que corría en su interior… buscó sus labios nuevamente sin separarse, y depositó un tímido beso en ellos , comenzando a sentirse apenado

-Tom…- susurró el otro saliendo de el lentamente y cayendo rendido a su lado, completamente exhausto y empapado en sudor, aún con la respiración agitada- te... te amo…

-Yo… yo a ti- contestó mientras parte de la semilla del otro salía de su interior y bajaba por sus piernas, haciéndolo sentir pegajoso y mojado, y acurrucándose en el pecho del otro, quien lo abrazó sin poder normalizar su respiración y deposito un beso en su frente llena de perlas de sudor sacándole una tierna sonrisa-Auch…- se quejó un poco al moverse

-Perdóname… ¿te duele mucho? – preguntó Bill preocupado y odiándose por completo

-Un poco… estaré bien…

-En verdad lo siento…

-No te preocupes…fue perfecto – dijo besándolo suavemente – me siento… extraño…

-Deberíamos bañarnos… esto y el agua de la fuente nos va a hacer daño- dijo el pelinegro recordándolo… ahora le parecía tan lejano ese momento

-Solo si te bañas conmigo… ¿por favor? – dijo el otro mirándolo con dulzura

-Claro Tom – dijo riendo al escuchar la pregunta – ¿Puedes caminar?

-Ehh…- musitó Tom dudándolo sentándose con dolor e intentando pararse… definitivamente, tenía un problema… Bill lo tomó entre sus brazos levantándolo y llevándolo hasta el baño; ya podían intentarlo al día siguiente- Gracias Bill…

- Sigue siendo mi culpa…

- Eso no es cierto… - contestó de vuelta en el piso y templando el agua de la regadera, la cual comenzó a llevarse los rastros de semen de sus cuerpos, limpiándolos por completo... Bill en verdad que se veía cansado- ¿estas bien?

- Tengo sueño…-susurró relajándose sintiéndose como si fuera a quedarse dormido en cualquier momento

- Perdóname , lo hiciste todo tú …

- No, fue perfecto – contestó repitiendo sus palabras transcurriendo el resto de su baño en un agradable silencio, hasta que salieron y cargó nuevamente a su novio de vuelta a la cama, donde se prepararon para dormir plácidamente después de ese esfuerzo que había consumido sus fuerzas…

Acababan de dar un gran paso, y ninguno de los dos se arrepentía de ello. Ya volverían después a su realidad… por ahora, solo era hora de dormir…

Torero Capitulo 19 Intentos y Decepciones


-¿Qué ocurre? – preguntó Tom con temor de escuchar la respuesta a su interrogante. Con solo ver a aquella chica, el miedo lo invadió de una manera bastante particular, por no decir muy extraña.
No, no le impulsaba a salir huyendo de manera despavorida, pero con solo mirarla sabía que era capaz de todo, y como enemiga, era el fin seguro.
-Dijeron que lo van a buscar… volverán en la noche y supongo que estarán cuidando la haciendo donde tú estés
-No me gusta tener guardaespaldas… me siento acorralado- contestó el rubio sinceramente preocupando aún más al torero.
-No hay otra opción… que yo te proteja ya no es suficiente
-¿Crees que todo salga bien?
-Por supuesto que sí, mi vida- contestó tomándolo entre sus brazos – escúchame… jamás, jamás dejaré que te hagan daño, aún si tengo que morir para lograrlo
-No digas esas cosas… todo estará bien- intento autoconvencerse el rubio sin mucho éxito, prefiriendo cambiar el tema -¿Y el concurso?- preguntó aún un tanto inocente. Si Alexander estaba ahí debía ser por eso… ¿o no?
-Alexander cubrirá algunas rondas y supongo que tu otras, no te preocupes por eso – sonrió Bill acariciando su cabello dándose cuenta de algo… si bien Tom comprendía lo que era lo mejor para él, ya empezaba a sentirse realmente enclaustrado sin su patineta, y sin su libertad en general… extrañaba cuando Bill lo secuestraba para llevarlo así fuera a la esquina o del otro lado del lugar, sin nadie vigilándolos y sin ninguna necesidad de esconderse.
¿Cómo había venido todo a complicarse tanto?
Los hermanos Cienfuegos ya estaban buscando… ¿y si se perdieran toda la tarde?... ¿y la noche? La mente del pelinegro comenzó a maquinar sin notarlo y de repente, soltó el resultado de ello
-Te voy a secuestrar- sonrió mirando al patinador confundido ante tal propuesta
-No se supone que… ¿nos quedemos aquí?- preguntó desconcertado
-No que yo sepa-contestó de la misma manera sacándole una sonrisa al otro – prepara tus cosas, regresamos hasta mañana
- ¿Esto cuenta como secuestro?
-Bueno, si quieres que sea más real, puedo cargarte y encerrarte en la cajuela…
-No, no quiero- respondió levitándose aliviado de terminar con su encierro y abriendo su maleta. De nuevo, no tenía ni la más mínima idea de a dónde iban… -¿Y Alexander?
-Seguirá vivo cuando regresemos… a menos que se lo lleve el nahual
-¡¿El qué?!
- Nada, es broma; no le va a pasar nada – respondió riendo de esa manera que a Tom tanto le encantaba y llevaba tanto tiempo sin escuchar con tantos problemas.
Fue entonces cuando tocaron a la puerta. Trayéndolos de golpe a la realidad de nuevo
-Bill, ya regresaron – escuchó la voz de Esmeralda del otro lado de la puerta. Seguía molesta con él, pero en ese momento, era lo que menos le preocupaba. Que los Cienfuegos hubieran vuelto tan pronto no podía ser ninguna buena señal, o al menos hasta donde él creía.
-No tardo, espérame en el auto ¿vale?- dijo el torero sonriendo e intentando ocultar su miedo dirigiéndose a la biblioteca, donde efectivamente, ya lo estaban esperando
-¿Qué ocurrió? ¿Lo encontraron?
-No fue nada difícil de rastrear… piensa que siguen en su competencia junto con todos los demás… pobre iluso- dijo ella tranquilizándolo al momento – de entrada, tenemos bastante tiempo de ventaja
-Pero eso, no es lo que viniste a decirme; ¿verdad, Alejandra? – dedujo Bill mirándola profundamente solo confirmándole a la chica lo que ya sabía, si había alguien capaz de descifrar su pensamiento, ese era Bill y a decir verdad no era algo que le agradara para nada.
- Como quieras, voy a ir al grano. Tom es virgen ¿cierto?- preguntó sin más rodeos recargándose en la pared, sin ninguna clase de vergüenza
-¿¡Que?!- respondió instintivamente intentando no sonrojarse sin mucho éxito, pero definitivamente no estaba en sus planes hablar de su vida sexual, y menos de la de Tom… que para colmo, iban juntas.
-Solo contéstame Bill
-Sí, lo es, ¿Qué con eso? – dijo mirándola con resentimiento lo cual le causaba gracia a la Oaxaqueña. Las verdades se dicen en el momento y como son, o al menos, al parecer de ella.
- Detrás de eso va Gabriel. Lamento decírtelo así guapo, pero eso quiere…
-A ver espera. ¿Me estás diciendo que me acueste con él?- preguntó alterado intentando razonarlo ya sin cuidado del sonrojo que lo acosaba
-Bueno, su novio eres tú… a no ser que quieras que alguien más lo haga- sonrió mostrando la obviedad del asunto con tranquilidad, lo cual le causaba cierta gracia- pero no creo.
Justo al instante, Alexander abandonó el salón lo más rápido que pudo, sin querer escuchar una palabra más. Si, quería ayudar a Tom, detener a ese maldito de Gabriel de una buena vez, pero… Bill… su derrota estaba más que asegurada, pero aún así, no quería ni siquiera imaginar la escena. Lo que no daría en ese momento por estar en el lugar de Tom…
-No puedo obligarlo a hacer eso, no ¡no puedo! ¡Olvida eso Alejandra!- dijo el pelinegro recordando sus… intentos anteriores (si es que podían llamársele así) completamente fallidos. No podía estarle pidiendo eso.
-Es tu decisión, yo ya te dije lo que sabía. Aarón, espérame afuera- ordeno ella lo cual su hermano obedeció saliendo al instante, tras lo cual, el semblante de la morena cambió por completo, mostrando ese otro lado de la temida Alejandra Cienfuegos, uno que solo Bill conocía
-Ey tranquilo… todo va a estar bien – dijo con una voz suave y amorosa
-Es que yo…
- El te ama… lo veo en su mirada, y en su alma- contestó mirándolo tranquilamente – inténtalo, no pierdes nada con tratar…
-Ya lo hice, dos veces, y no funcionó…
-No te rindas… sin tu ayuda, no hay modo de que supere sus miedos. Tú eres el único que puede ayudarlo. Olvida el pasado Bill… el futuro está delante, no atrás – concluyó ella acariciando sus oscuros cabellos y saliendo de la habitación
Ella tenía razón… de alguna manera, siempre la tenía
-Lamento la tardanza- dijo el pelinegro saliendo al auto donde el rubio lo esperaba disfrutando un poco del sol hidalguense
-No te tardaste- dijo Tom aliviado, ya que apenas le había alcanzado el tiempo de meter algunas cosas en la mochila y aparecer en el auto; y en menos de lo que cualquiera esperaría, se encontraban tomando la autopista hacia la ciudad más grande del mundo
México, Distrito federal.
 

Torero Capitulo 18 Mezcal y Tequila



-Tranquilo, no te voy a morder- dijo la chica que sonreía desde la oscuridad a Alexander al ver su cara de entre sorpresa y miedo mientras esperaba en la sala de la hacienda.
-Qui- ¿Quien eres?- preguntó confundido y en alerta total. ¿Y si era algún plan de Alexander?
- Ya lo descubrirás mañana guapo- dijo ella sonriendo y desapareciendo detrás de la cortina, después de lo cual, no volvió a verla.
¿Qué demonios había sido eso?
-¿Viste un Nahual** o que te pasa?- pregunto Bill entrando desde otra habitación detrás de el junto con su hermana Agatha, quién sonrió al ver la cara de espanto del forastero que no podía quitarse de la mente la imagen de la ventana.
-¿¡Qué rayos es un nahual?!
-Nada, olvídalo- respondió el pelinegro son poder evitar sonreír- Ella es mi hermana Agatha. Si necesitas algo pídeselo a ella; la gente de la hacienda no habla alemán…
-Ven, te llevaré a tu habitación- dijo la chica en un lindo acento alemán para después cambiar al español mexicano que ni siquiera se esforzó en comprender – Ya vete a dormir Bill…todo va a salir bien…
-¿Tu crees?
La chica sonrió y después de darle un beso en la mejilla solo respondió
-Tom te está esperando, anda… no lo dejes solo- concluyo para marcharse con el otro pelinegro detrás; mientras el volvía a la habitación.
Al abrir la puerta, no pudo más que sonreír al contemplar la escena. Tom se había quedado completamente dormido viendo el álbum fotográfico a la mitad de la cama; sin siquiera haberse cambiado de ropa antes… ese día había sido inmenso, y el siguiente, bien podía serlo más.
Alexander no pudo dormir nada durante toda la noche. El cambio de horario ya le estaba pegando, y cuando por fin comenzó a adormilarse un poco, el brillante sol del valle de México esfumó toda esperanza de poder dormir
-¿Alexander?- escuchó la voz familiar de Agatha llamarlo
-¿Qué pasa?
-El baño está a tu derecha; puedes ocuparlo cuando quieras… Bill te espera abajo para desayunar en una hora…
-Gracias- dijo intentando despejarse mientras la chica se iba. Un baño de agua fría no le vendría mal para nada, pero tampoco sonaba muy atractivo, por lo que al abrir la regadera, procuró que fuera agua caliente, la cual, para su sorpresa, tenía una temperatura abrumadoramente ideal para él, por lo que no dudó un solo minuto en entrar ya desnudo al chorro del agua.
El agua caliente caía por su piel dándole una sensación de bienestar que hacía mucho que no lo embargaba, y a decir verdad, ya no recordaba…se sentía tan distinto, tan lleno de… vida
Pensó en salir del agua hasta que esta se enfriara, lo cual nunca sucedió, así que después de un prolongado baño, salió encontrando su ropa (que el había intentado colgar el día anterior en el armario) doblada y planchada sobre la cama, junto con una nota en letra manuscrita
“Espero no te moleste, la gente de la cocina lavó y planchó tu ropa durante la noche. Te espero en la sala para llevarte con mi hermano
Agatha Montemayor”
Se vistió con calma y acomodó su cabello como solía hacerlo cuando aún estaba en casa, cuando Alex todavía estaba ahí… y aunque le pareciera muy extraño, le parecía que la vida en ese momento era sumamente sencilla al igual que en ese entonces, como si sus problemas se estuvieran esfumando en la cálida brisa del estado de Hidalgo…
Bajó las escaleras por el mismo camino que habían recorrido la noche anterior, y tal cual como decía la nota, la chica estaba al pié de la escalera aguardando por el.
-Ven, por aquí- sonrió y comenzaron a andar cruzando el salón
-Muchas gracias por lo de la ropa- dijo él sonriendo, cosa que no hacía desde hace muchísimo tiempo, tanto que ya había perdido la cuenta
-¿No te molesta?
-¿Por qué lo haría?
-No lo sé…- contestó ella abriendo la puerta del comedor donde Bill y Tom ya estaban esperando. Fue entonces cuando vio la hora; 11:26 a.m.
¿¡Cuánto tiempo había tardado bañándose?! ¡Más de dos horas!
-Ven, siéntate- dijo la chica indicándole un lugar donde ya estaba todo servido…
Era muy extraño, parecía que estaba en otra dimensión. Todos hablaban normalmente, como si nada pasara, como si eso fuera lo normal.
El concurso… al parecer todo iba demasiado bien con todos, demasiado para ser cierto, ¿Por qué?
-Joven Bill- llamó una tímida muchacha que entraba al salón en un acento notoriamente indígena
-¿Qué pasa Xóchitl?
-La señorita Cienfuegos está aquí, acaba de encontrarse con la niña Rubí- dijo espantada la muchacha
El solo escuchar aquello volvió tenso el ambiente de inmediato, y Bill junto con Agatha salieron corriendo de inmediato fuera de la hacienda, tan rápido como podían.
Ni Tom ni Alexander pensaron que algo así pudiera ocurrir… habían visto ya una parte de la tierra donde estaban, pero pronto se dieron cuenta de que no conocían absolutamente nada.
-¿Qué estás haciendo aquí, Cienfuegos?- dijo Rubí mirando con desprecio a la chica que aún no acababa de entrar a la hacienda.
-No es por ti, eso tenlo por seguro. Aunque me encanta ver tu odio directamente. Es divertido- contestó la chica, que era todo lo contrario a las mujeres de la casa.
Morena, de cabello corto y oscuro; Alejandra Cienfuegos, bajó del toro de lidia que montaba, sonriendo para sus adentros al ver la notoria furia de la mayor de las Montemayor.
-Vete ya, no tienes nada que hacer aquí- respondió la otra acercándose sin miedo
-Calmada Rubí. El tequila jamás ha sido tan fuerte como el mezcal*- se burló la Oaxaqueña al ver como Agatha y Bill corrían a su encuentro-Agatha, Bill, que bueno que llegan…
-Sigue hablando niña, mientras más alto llegas, mas fuerte es la caída.
-Si bien lo sabes tú, ¿no es cierto? ¿O ya recuperaste todo lo de tus plantaciones esas? Permíteme dudarlo
- Ale ; seguro fue cansado el viaje hasta acá- interrumpió Agatha desviando por completo el tema, mientras Rubí se iba más que furiosa hacia las caballerizas mirando de reojo a la morena, que sonreía cada vez más al notar su frustración. No era la primera vez que la tachaban de cabrona, y a decir verdad, más que preocuparle, le encantaba.
- Un poco, pero no te preocupes por eso…debe ser muy urgente lo que pasa como para pedirme que viniera de inmediato.
-Algo así- dijo Bill tomando de la mano a Tom ante lo cual la chica solo pudo sonreír interpretándolo de inmediato. Obviamente ellos no eran solo amigos.
- ¿Cómo es que tu siempre te consigues amigos tan guapos Bill?- sonrió bajando del toro con la ayuda de un chico alto y de cabellos castaños; su hermano Aarón.
-Gracias guapo- dijo ella llegando al piso y acercándose a Agatha, se abrazaron como las amigas que siempre habían sido, desde antes de su pelea con Rubí.
- ¿Y estos dos muchachos violables de aquí?- pregunto sonriendo mirando a los dos patinadores, que parecían esconderse detrás de Bill. – Ya te lo había dicho, no te voy a morder…
-¡Tú eras la de la ventana!- dijo Alexander sin saber que pensar… ¿Qué no acababan de llegar?
-Alejandra Cienfuegos a tus ordenes, calmado, no soy un fantasma
-¿Nahual entonces?- pregunto el retándola mientras todos se quedaban helados. Definitivamente, había cometido un error, y no lo sabía.
-Que perceptivo eres- afirmo ella dejándolo petrificado… entonces, ¿era cierto?- Díganme, ¿a quién tengo que matar?
Tom se tensó en cuanto escuchó sus palabras ya que no estaba hablando español…
-Tom, espérame en la habitación… ahora voy…-dijo Bill dándole un suave beso en los labios, a lo cual Tom hizo exactamente lo que le pidió…
El pelinegro no quería que reviviera de nuevo esa escena tal como cuando le dio la noticia de que Gabriel continuaba buscándolo, y no iba a exponerlo de nuevo.
Esa noche, lejos de dormir tranquilamente, su amado patinador lloró casi todo el tiempo aferrándose a el, y cuando al fin el sueño lo venció, pesadillas lo acosaban y despertaban cada media hora o menos, sin que pudiera evitarlas.
-Ya fue mucha ceremonia para todo esto Bill; al grano- pidió la recién llegada sin siquiera haber entrado a la casa.
-El es mi novio, Tom. Un tipo lo persigue y no tiene ninguna pinta de querer desistir…
-¿Qué tan grave es?
-Puede matarlo si no lo detenemos ahora… ya intentó tocarlo una vez, y ahora esta buscando su venganza… Lo he cuidado lo más que he podido, pero ahora eso ya no es suficiente… Alejandra, Aarón, por favor… no puedo hacerlo solo…-suplicó el pelinegro desconsolado. Aún cuando ellos estuvieran ahí, no tenía ninguna garantía de que fueran a ayudarlo, ni que aceptaran todo lo que el les pedía.
-Suena lo suficientemente malo…- dijo el chico que se había abstenido de hablar durante todo el día.
-¿Y que tanto quieres que haga?
-¿A que te refieres?
-¿Quieres que lo mate?- pregunto directo acariciando la funda de la pistola que llevaba bien ceñida a su cintura
-¡No! Es decir, ¿es necesario?
-No dije que lo fuera, si no que quieres tú que le haga. Yo no tengo inconveniente…
Sus palabras recordaron al torero el porque en Oaxaca todos temían a la familia Cienfuegos.
-Yo….
-No tienes que decírmelo ahora, de momento tengo que encontrarlo primero…
-Es este- dijo Alexander dándole la fotografía que había obtenido Ashley hacía poco
-Perfecto- contestó mirándola- tiene cara de depravado- concluyo ella dándose la vuelta para volver a su transporte- volveremos a la media noche…
Y en menos de lo que pudieron pensar, ellos desaparecieron tan rápido como la subida del sol…
-¿Va a matarlo?- pregunto Alexander al pelinegro sorprendido de la decisión de aquella chica.
-No lo sé… solo quiero que lo deje en paz- contestó dirigiéndose a la habitación… seguro Tom ya le tendría muchas preguntas que tendría que responder…

Torero Capitulo 17 Hidalgo , México

El ambiente lleno de tensión se sentía por todo rincón de la Hacienda Montemayor en el estado de Hidalgo, donde Bill no había pasado una sola noche en años, y a decir verdad, no creía volver a hacerlo en su vida.

Después de mucho meditarlo, no tuvo más opción que hacer un trato con Rubí, aún contra todo lo que pensaba. Pero no podía exponer a Tom; no. No de esa forma.

El patinador era lo más importante que tenía, y lo único que le importaba; y si debía bajar la cabeza ante Rubí, lo haría si eso le ayudaba a proteger a Tom.

Cuando le ofreció firmar todos los papeles que quisiera, ella aceptó de inmediato, no era tonta. Sabía perfectamente que una oportunidad como esa no se iba a repetir, y que Bill no lo iba a volver a ofrecer ni en un millón de años… si quería poner de cabeza la casa con lo de un lindo novio, que hiciera lo que se le diera la gana mientras ella tuviera esas firmas en las escrituras.

Habían llegado de madrugada al lugar, y habían dicho a Tom que todo se había solucionado. ¿Hasta cuándo habría más mentiras? ¿Hasta cuándo tendría que seguir engañándolo? Por todo lo que había luchado esos años al salir de esa misma casa, todo lo que había dejado atrás ahora se burlaba de él en su cara, y ¿Qué podía hacer? , nada más que aguantar y seguir adelante con tal de protegerlo.

En seguida les fue asignada lo que había sido la habitación de Bill, lo cual lo hizo sentirse aún peor. Los carteles que acostumbraba pegar en la pared, buena parte de la ropa que ocupaba en ese entonces, incluso un traje con la insignia del apellido Montemayor seguían ahí. Algunas fotos de sus hermanas, de él de niño, de su padre… todo cayó de golpe en su mente como si fueran toneladas de ruinas, de lo que alguna vez había estado en pié.

Una vida que se había roto en un par de segundos…

-Bill…- susurró Tom anonadado al ver la recamara. Jamás se había sentido tan dentro del mundo del torero como en ese momento. Cada pared, cada centímetro del lugar reflejaban su ser.

-Hacía mucho… que no veía todo esto- dijo el pelinegro bajando la mirada, sintiéndose acorralado. No quería unir de ninguna manera esa vida con la que tenía ahora, él no era el mismo, y no quería serlo.

- Ya veo…- contestó Tom intentando ignorar todo el espacio como si le fuera posible, no podía llamarle más la atención.

- Cuando aún dormía aquí… todo era tan sencillo. Es como si fuera de otra persona.

- Pero…

-Puedes preguntarme lo que quieras, está bien- dijo notando su inmensa curiosidad por cada objeto de la habitación…

-¿Cuántos años tenías?

-Quince.

-La respuesta de Bill lo tomó completamente por sorpresa; ¿quince? Aún era un niño cuando había salido de ese lugar…

-Ven, quiero mostrarte algo- susurró el pelinegro buscando debajo de la cama encontrando un viejo álbum de fotografías decorado muy a su estilo, incluso con algunas cadenas y forrado de negro. Una visión algo tétrica para el patinador, pero sin duda, perfecta para aquél torero que en ocasiones, parecía más vampiro que alguna otra cosa.

Cuando lo abrió, parecería que un mundo entero saldría de aquél viejo libro, que antes Bill cuidara como su tesoro más preciado. Hacía mucho que había dejado de serlo.

Creyó que jamás volvería a verlo…

Había muchas fotografías… demasiadas. De él mismo, de sus hermanas, de su padre, cuando comenzó a montar a caballo, la primera vez que salió a un ruedo… todo estaba ahí.

El rubio patinador se sintió un tanto insignificante al ver todo ello… mientras todo eso había pasado, el solo estaba en casa con sus padres, yendo la escuela, peleando con su hermana…la vida de cualquier niño normal europeo de clase media.

-Joven Bill-pronto llamaron a la puerta; alguna chica de la cocina había venido a buscarlo.

- ¿Qué ocurre María?

- El joven Alexander esta abajo, lo espera en la sala- dijo la chica un poco atemorizada; la llegada de todos esos extranjeros junto con el regreso del hijo mayor de la casa no podía ser una coincidencia, y a decir verdad, a nadie de la casa le inspiraba ninguna clase de confianza. Conocían lo suficientemente bien a sus patrones como para creerse algo así. Incluso la señorita Agatha y la señorita Esmeralda no conservaban su comportamiento de siempre…

Ya ni que decir de la niña Rubí…



María volvió la cocina rápidamente donde los demás sirvientes y algunos de los vaqueros esperaban lo que fuera que hubiera podido averiguar.

-¿Qué pasó?- preguntó Sabina, la cocinera sin poder esperar un segundo más.

-El joven Bill está arriba con el rubio de rastas, pero llegó otro igual de alto que está en la sala, la señorita Agatha dijo que lo atendería personalmente.

-Esa es la idea…-dijo Agatha asustándolos y dejándolos completamente inmóviles, ¿a qué hora había entrado a la cocina?

-¡Señorita Agatha!

- No te preocupes María, debimos haberles explicado creo… pero ya habrá tiempo para eso. Tom y Alexander no hablan español, así que Bill, Esmeralda y yo nos haremos cargo, solamente atiéndanlos en lo que puedan, sus habitaciones y ténganles todo listo. Hagan todo lo que Bill les pida y trátenlo como siempre, sin importar que pase… Se los explicaré después cuando lleguen los Cienfuegos.

En cuanto la chica salió del lugar los murmullos comenzaron a sonar casi inentendibles

-¿¡Los Cienfuegos?!

El solo escuchar el apellido casi prohibido en esa casa comenzó a alterar a los ya de por si preocupados sirvientes, que se miraban unos a otros. Todos sabían que las cosas no habían concluido de la mejor manera entre la Joven Cienfuegos y la señorita Rubí después de la partida de Bill, y aún ahora, un odio latente fluía entre las dos, aún a kilómetros de distancia.

Aunque pensándolo bien, la llegada del joven Bill no podía traer algo distinto. Después de todo, desde aquel día en que se fue nadie había vuelto a verlo, y no solo eso. Todos ya habían notado el fuerte lazo entre el rubio de nombre “Tom” y su joven patrón, sin mencionar que incluso las chicas parecerían protegerlo de todo, aún cuando fuera un hombre.

Lo habían llevado ahí… un lugar escondido, o al menos lo suficiente para alguien que necesita ser protegido

Y en cuanto a protección… Los Cienfuegos eran la opción ideal… y tal vez, también la única.
 

Torero Capitulo 16 Jetlag

Andando ; o mejor dicho, corriendo entre pueblos de toda Europa ; Gabriel perseguía al mentado circo donde se suponía que Tom trabajaba ; siempre siguiéndolo de lejos , vigilando ; pero hacía casi una semana que no encontraba ni una sola pista de él. Ni de él, ni del maldito torero que ahora recibía el título de “su novio”, lo cual; simplemente hacía que le hirviera la sangre.
“Muy ágil Tom; much
o…pero bastante tonto” pensó mientras lanzaba la botella de vodka que se hizo añicos al dar en el piso, y entró de golpe al campamento donde se suponía debían estar. No tardó en darse cuenta de algo que hasta ahora; por buscar al estúpido pelinegro que se atrevía a acercarse a SU Tom, no había notado.
Los camper, las rampas, la carpa de los patinadores. No había pista de ello.
Se había colado varias veces al ruedo buscándolo impacientemente, pero solamente había presenciado algunos novatos corriendo nada impresionante.
¿Dónde demonios estaba?
Si tan solo hubiera dado con él aquella noche donde pensaba llevarse a Tom… ahora; sus compañeros estaban sobre aviso. Suerte era lo que había tenido aquel torero que si no hubiera estado en el lugar equivocado, ahora no estaría respirando.
-Disculpe- dijo a uno de los novatos que salían; que al parecer, no tendría ni la más mínima idea de lo que estaba sucediendo.
-Dígame joven- contestó en un tímido acento español madrilesco; deteniendo todo lo que estaba haciendo para atenderle.
- He notado que el espectáculo tiene algunos faltantes… había un chico alto y…
-Ahh; se refiere a Bill – contestó sin problema pensándolo. - ¿Lo necesita ahora?
-Si se pudiera…- dijo el hombre sonriendo para sus adentros… se las iba a pagar, y bastante caro
- Lo siento; pero el ahora no está… él y otros se fueron a una competencia en México, y no sé cuando regresaran…
-¿Son los únicos que se han ido?
-No; Alexander y otro patinador se fueron también… ¿puedo ayudarle en algo más?- dijo el novato desesperado por continuar arreglando todo o saldrían tarde hacia la siguiente ciudad, y ahora que Bill no estaba para calmar a duende, era un verdadero desafío llevar de un lado al otro a aquel toro de lidia.
-No, es todo lo que necesitaba. Gracias – respondió saliendo a toda prisa desapareciendo en la oscuridad; mientras detrás de él, dos pelinegros corrían lo más que podían con tal de alcanzarlo.
Llevaban días observándolo; siguiéndolo de cerca sin nunca poder atraparlo, hasta que finalmente con eso, aquella visita al ruedo incompleto; la última pieza del rompecabezas cayó en la cabeza de Andrew, que enseguida, armo el maquiavélico plan de Gabriel.
Aquel ataque; sus movimientos…quería a Tom; sí, pero él no era su verdadero objetivo. Iba detrás de Bill.
-NO-dijo de inmediato saliendo disparado tras él, mientras Ashley lo tomaba del brazo deteniéndolo de inmediato.- ¡Suéltame!
-¿¡Estas loco?! – Dijo el otro sosteniéndolo fuertemente sin dejarlo ir- No puedes ir detrás de ese loco.
-¡Suéltame Ashley! ¡VA POR BILL!
-YA LO SE ANDY-Dijo calmándolo de golpe llevándolo al auto- ¿No es suficiente con lo que le hizo a Alex?
-¡También se lo hizo a Tom!
- ¡CÁLLATE POR UNA VEZ EN TU VIDA Y ESCUCHA!-gritó Ashley dejándolo sin habla- TE SEGUÍ TODO LO QUE QUERÍAS PARA ENCONTRARLO; PERO ¡¡YA NO LO ESTOY ENTENDIENDO!!
-¡No tienes nada que entender!
-¡Claro que sí! ¿¡Por que rayos arriesgas tu vida por ese aprendiz?!
-Porque…porque él es la felicidad de Bill…
-¿Qué?- preguntó bajando la voz notando la tristeza en el rostro del menor; que de inmediato, se hundió en una depresión oscura, la cual, siempre había ocultado…
- Tom…el es su felicidad, lo único que logra ver… ¡él sí logro lo que yo no!- dijo sintiendo sus ojos llenarse de lagrimas. Siempre había luchado por él, aún cuando no hicieran otra cosa más que pelear desde que aquél torero lo rechazó, pero no pudo evitar perder las esperanzas cuando Tom llegó.
En menos de un mes, logró tener el corazón de Bill solo para él; ser el causante de cada una de sus sonrisas, y su única razón para vivir.
Pero no podía odiarlo por eso…Tom era un chico encantador, completamente merecedor del amor de su adorado Bill, y si él no podía hacerlo feliz, no tenía problema en que lo fuera con Tom…
Y entonces, llegó Gabriel. Aquel maldito que intentaba arrebatarle a Tom y su vida con él…aquél que había orillado a su hermano menor, el verdadero Alexander al suicidio y a que no pudiera verlo nunca más, aquél que le arrebató su inocencia y lo abandonó y no conforme con ello, lo había repetido con el rubio patinador, que tras no haberlo logrado, ahora se había convertido en su enferma obsesión, la cual, no se detendría hasta poseerlo, y también acabar con Bill, su protector.
-Aún así; no puedes arriesgarte así Andy- contestó el otro arrancando el auto para volver a casa – Bill…
-Antes muerto ¿¡escuchaste!? ¡Antes muerto que dejar que le ponga una mano encima!
-¡No es tu responsabilidad; entiende! – concluyó Ashley la pelea conduciendo en silencio total de vuelta.
-Por favor; llévame al aeropuerto – pidió el chico de ojos azules mirando por la ventana cabizbajo…
-Vamos para allá; tu pasaporte está en la guantera- respondió Ashley sacándole una débil sonrisa mientras prendía su celular y comenzaba a escribir un mensaje
“Gabriel va para allá, por favor cuídate mucho y si se acerca, no hagas nada. No quiero que te lastime…voy para allá”
Alexander…
Alexander…justo donde había comenzado toda la historia…si tan solo, lo hubiera notado antes. Pero estaba demasiado ocupado para ver qué era lo que ocurría con él, su hermano menor. Demasiado ocupado notando como se burlaban de él y lo apodaban de diferentes formas; como para darse cuenta de que su pequeño hermano estaba pasando por lo mismo.
¿¡Cómo no se había dado cuenta?! Solo estuvo mirándolo ahí, todo el tiempo, cayendo una vez y otra en los mismos errores. ¿Cómo fue que pudo estar tan metido en su mundo, que nunca le prestó atención?
Solo discutían, siempre lo hacían, ya ni siquiera se miraban a los ojos. Perdidos, ambos…
De repente un día; alguien entró en la casa cuando él no estaba. Regresó bastante tarde; hacía una semana que estaban solos en casa, y con tal de no verlo, pasaba todo el día en la calle; al menos, hasta que esa noche llegó.
El cerrojo de la puerta estaba roto; sin duda alguna, alguien había entrado. Entro corriendo a toda prisa, prendiendo las luces y buscando cualquier rastro de alguien. Fue cuando lo recordó.
Alex estaba solo en casa.
-¡ALEXANDER! ¡ALEX!-Gritó corriendo a la planta alta, donde lentamente, pudo escuchar los callados gritos de dolor de su hermano, solo para contemplar la escena más horrible que pudo haber imaginado.
Alexander se encontraba en el piso, completamente desnudo y sangrando sobre las sabanas con grandes manchas rojas, con moretones y mordidas que resaltaban sobre su piel blanca, con la mirada completamente rota y el rostro empapado en lágrimas.
-¡ALEX!-Solo pudo decir mientras el alto hombre de cabello largo escapaba por la ventana, sin que él pudiera hacer nada.
-Andy…-sollozó mientras el otro lo rodeaba con sus brazos-Andy…
Con el débil cuerpo de su hermano salió corriendo al hospital donde solo pudieron confirmar lo que el menor no soportaba decir. Había sido víctima de violación; por un sujeto de identidad completamente desconocida…
Volvieron a casa y se encargo de cambiar las llaves, pero ya nada fue igual. Aún cuando trataba de estar con él; Alex no salía de su habitación ni siquiera para comer, y cuando el lograba entrar, el otro no paraba de llorar entre sus brazos; completamente destrozado.
Finalmente un día encontró una nota; después de muchas horas de no oírlo siquiera moverse.
Fue ahí cuando supo la verdad. Aquél hombre se llamaba Gabriel, y llevaba algún tiempo saliendo con él; ese día habían salido juntos y al volver, quiso obligarlo a acostarse con él. Cuando Alexander se negó, lo tomo por la fuerza y no paró ignorando las suplicas del chico, ya que nadie podría oírlas…su hermano Andrew no estaba en la casa.
Esa nota; en ella decía cada detalle, cada golpe que le había dado, como había entrado el él, su dolor, y la sangre…como lloraba gritando su nombre, esperando que su hermano entrara en cualquier momento, el cual; no llegaba.
Decía que ya no quería vivir, y planeaba acabar con ese sufrimiento de una buena vez, ya no podía soportarlo.
Finalmente firmaba la hoja, diciéndole que siempre lo quiso, y no podía tener un mejor hermano mayor…
Y entonces, desapareció sin dejar rastro…
Lo buscó por meses, esperando que no hiciera ninguna estupidez, recorriendo ciudades, países checando los diarios buscando su nombre o alguna señal de él; pero no había ni la más mínima señal.
Finalmente después de mucho, la policía encontró un cuerpo irreconocible, de un chico de aproximadamente 16 años de edad, que por la altura y complexión no tardaron en declararlo como el suyo…
Alex estaba muerto…
Pasó mucho tiempo llorándole, extrañándolo, contemplando la última foto que guardaba de él, hasta que se hartó.
Si alguien era responsable, era ese hombre, y entonces, se propuso encontrarlo a como diera lugar. Los años pasaron y el adolescente de 17 años llegó a los 20, sin poder encontrarlo…hasta que se volvió a hacer presente…
Subió al avión despidiéndose de Ashley rumbo a México; esperando al fin poder hacer algo y proteger a Tom; y sobre todo, a su amado Bill de ese infeliz.
Sacó la desgastada foto de Alex de su bolsillo, y contemplo sus profundos ojos azules idénticos a los suyos, hasta que el cansancio amenazó con vencerlo.
-Todo estará bien Alex…todo…-susurró al quedarse dormido. En unas horas estaría en el lugar; y para su desgracia, Gabriel también.

Tporero Capitulo 15 Guadalajara , Jalisco 3

Tom se posicionó al inicio de la rampa al último minuto corriendo apenas llegando antes de su toque de salida. Bill había estado genial en aquella ronda, pero ahora era su turno; y si Alexander lo había escogido, por algo era…

-Du Lyon- escuchó el nombre lanzándose hacia abajo de un salto mirando el enorme escenario que tenía enfrente; bastante profesional, pero si había un buen lugar para aprender, ese eran las calles de Leipzig; justo de donde venía.

Giros, piruetas y trucos después, los demás competidores se miraban unos a otros con desconcierto adivinando su descalificación, o por lo menos, el quedar entre los últimos lugares, sin tener alguna clase de oportunidad contra el rubio que justo frente a ellos, daba ese espectáculo dejándolos en vergüenza o de menos, haciendo que la preocupación comenzara a invadirlos con cada avance suyo…

Sabían que Du Lyon era rival fuerte, y conocían bien al equipo de patinadores de Alexander Biersack, pero aquello jamás lo habían visto. Un solo participante para todo, que además, estaba arrasando con las calificaciones de cada uno de los jueces. Un chico de rastas rubias que según su ficha en el tablero, llevaba por nombre Tom Kaulitz.

Finalmente llego frente a los jueces, que sin siquiera pensarlo, otorgaron una calificación perfecta al agitado patinador, que dando lo mejor que tenía, estaba más que cansado y solo se concentraba en ir a descansar en ese preciso momento

-Lo bueno es que ibas a perder- dijo Bill en cuanto lo vio salir con su patineta; dándole una hermosa rosa roja, que el patinador tomó sonriendo para besarlo suavemente mientras todos los miraban.

Ese nuevo participante era por demás extraño…

-Aún no gano- respondió Tom separándose un poco notando a la chica que se encontraba al lado de Bill, por demás, hermosa… ¿Qué todas las mexicanas eran así? Y… ¿Por qué exactamente las que estaban con Bill?

-Tom; mira, ella es Agatha… Esmeralda es su hermana

-Agatha Montemayor- dijo la chica mirándolo con ensueño al lado del otro- mucho gusto…

El perfecto alemán de la muchacha le extrañaba, sin embargo, agradeció no tener que sacar a relucir su poco conocimiento del inglés en ese momento

-Hola…Tom Kaulitz- contestó atrayendo aún más miradas…- Bill… ¿podemos movernos de aquí?…hay mucha gente

- Vengan; por aquí- dijo ella guiándolos a un jardín detrás de varias carpas prácticamente escondido para tranquilidad de Tom; que comenzaba a sentirse intimidado con tantas vistas puestas en él.

-¿Tan raro soy?

-Verás Tom…aquí en México…no es muy común una relación entre dos hombres- explico Bill sonriendo apenado por tener que decírselo; pero era la verdad

-Ahh ya…que estupidez- dijo sin poder creerlo. En pleno siglo veintiuno y aún con esas ideas…

-Bueno, los dejo para que disfruten su noche…los espero mañana Bill- dijo Agatha comenzando a alejarse para buscar a Huracán y volver a casa…y enfrentar al monstruo de su hermana que a esas alturas, ya debía estar planeando maquiavélicamente encerrarla en alguna torre o por lo menos, en su recamara.

-¿Todo el mundo está loco aquí?- preguntó al pelinegro en cuanto Agatha se hubo marchado. Nunca soñó con caer en Wonderland, pero en México…también se complicaba bastante

-Eso depende- respondió Bill mientras se sentaban en la orilla de una fuente donde el único peligro a mojarse, era caer dentro.

-Bueno… ¿hasta cuando me seguirás diciendo que son tus amigas?- dijo Tom entrecerrando los ojos dejando helado al otro, que ya malinterpretaba las cosas- son tu familia… ¿cierto?

Bill permaneció en silencio mirándolo ¿Cómo lo había descubierto?

-Pero…

- Vi como nos miraban, ambas… Bill, yo también tengo una hermana…

-¿En serio?- preguntó inseguro ya que nunca la había mencionado

-Sí; pero Roxanne me odia, así que no cuenta

-Bueno; Rubí también me odia. Además, no son mis hermanas…

-¿Entonces?

- Yo soy adoptado Tom… no soy un “Montemayor”- soltó mirando al cielo intentando disimular la profunda tristeza que sentía de solo recordarlo todo ; su llegada al festival, su huída de México, su partida hacia Alemania, la búsqueda de su origen real…

- Ya veo…- contestó el rubio abrazándolo – no te gusta estar aquí ¿verdad?

-Tenía mucho que no volvía… no pensaba hacerlo- confesó el torero recordando aquella noche en la que Tom se quedo a dormir con él por pura suerte. Ya planeaba mandar a Gael a competir con los demás con alguna excusa con tal de no regresar; entonces, la sonrisa deslumbradora de Tom y su emoción, junto que estaba en un serio peligro estando en Europa, lo habían disuadido rápidamente de abandonarlo todo.

Pero el encontrarlas justo ahí en el lugar, había sido demasiado. La presencia de Agatha había sido bastante tranquilizadora, pero no esperaba que Rubí se quedara tranquila sabiendo que estaba ahí.

-Perdóname…no debí preguntarte…

-No; está bien… pensaba decírtelo de cualquier forma. Debí de hacerlo antes, de hecho…

- Entonces; Agatha es…

-Es mi hermana mayor… ellas son tres; Rubí, Agatha y Esmeralda… Agatha y yo tenemos la misma edad…por unos días

-Ahh…pero ¿Qué ocurre?

-Verás, mi padre, Augusto Montemayor, viajaba a Alemania continuamente por sus negocios; y aunque ya tenía dos hijas, quería un hombre como su hijo, y ahí fue donde me adopto a mí. Mis padres eran sus amigos o algo así, y cuando murieron en un accidente me trajo con él…después nació Esmeralda, pero yo seguía siendo el único niño aquí…

-Pero…no entiendo qué tiene eso de malo…

-Ese, es solo el comienzo. Cuando llegué aquí, Agatha y yo éramos unos bebes, pero Rubí, inmediatamente sintió la diferencia de ser la única adoración de papá a ser dividida entre dos niños pequeños, sobre todo, uno que no era su hermano. Después nació Esmeralda, y aunque todo iba bien, papá siempre hizo la diferencia ya que él quería un “hijo hombre” para enseñarle todo lo que sabía, y sus negocios…lo que se suponía que haría Rubí si no había hombres en la casa…

-Pero ¿solo era ella no? Digo; Agatha y Esmeralda no te han hecho nada

-Bueno; ese no es el final de la historia… Cuando papá murió por culpa de una cornada de un toro; Rubí comenzó a tomar el control de absolutamente todo, sin dejarme hacer todo lo que había aprendido; sin embargo, ella no sabía nada de negocios, por lo que yo lo seguía viendo.

Entonces, un día que volví de Italia después de unas firmas de contratos por algunos toros, ella ordeno que me cerraran todo el paso a la casa, encerrando a Esmeralda y Agatha dentro. Simplemente desde la reja me dejo claro que ese no era mi lugar, y no tenía nada que hacer ahí. Mandó a sacar mi caballo y algunas cosas y me prohibió volver.

-¡¿Por qué no hiciste nada?!

-¿Qué podía hacer Tom? Además; tenía razón. Yo no tenía nada que ve con esa familia, y sin papa, menos.

-Eso no es cierto

- Sí lo es…con el dinero que tenía del contrato volví a Alemania; y ahí fue donde encontré a David, que pensaba montar un espectáculo con toros de lidia pero no tenía absolutamente a nadie que supiera cómo hacerlo; y eso, era exactamente lo que mi padre me enseñó. Sin embargo, Rubí no contaba con que en su testamento, Papá había dejado más de la mitad de todo lo que tenía bajo mi nombre; por lo que no podía mover absolutamente nada de lo que tuviera; al menos, no sin mi ayuda; la cual, no le pienso dar…

- Yo no sé la daría…

-Tendrá que arreglarlo como pueda; pero yo, no pienso volver a esa casa, y menos a verla hasta que no pueda decirle “Tienes lo que tanto querías ¿no?; ahora, afronta lo que viene, que conmigo, no vas a contar”. Soy muy rencoroso, y lo sé; pero no…

-Ya; tranquilo- dijo Tom mirándolo apretar los puños con coraje y con los ojos cristalizados, a punto de romper en llanto; jamás lo había visto así, ni siquiera en sus peleas de rutina con Alexander- todo va a estar bien…

- Con que se quede igual me conformo… solo espero que no arrastre a Agatha y Esmeralda con ella

- Ellas te quieren mucho; puedo notarlo…

- No es eso; yo también las quiero y bastante, pero no puedo regresar…al menos, no así- dijo mientras las lagrimas comenzaban a salir de sus ojos, sacando su odio y tristeza aún cuando trataba de evitarlo

- No llores Bill…- respondió el patinador limpiando sus lagrimas al instante y besándolo suavemente-…vas a ganar esta competencia, y volveremos a Alemania antes de lo que crees, todo va a estar bien…

-Vamos…es tarde; y nos dejarán si no llegamos al camión- dijo Bill tomándolo de la mano para volver al hotel por sus cosas y salir de nuevo hacia otra ciudad, mientras ya bastante lejos, dos chicos recorrían el camino hacia la ciudad de Morelia, después de un largo día de paseo…definitivamente, el ir en autobús no era lo suyo

Torero capitulo 14 Guadalajara , Jalisco 2




-¡Agatha! ¡Agatha!- corría la chica de ojos almendrados llamándola por toda la casa

-¿Qué pasa? Estás armando un escándalo que se oye hasta la esquina-respondió la muchacha alta y delgada con largo cabello rizado al escuchar su nombre

-Ha vuelto…Bill está aquí-dijo sonriendo ante la cara de sorpresa de la otra que no podía acabar de creerlo

-¿Lo viste? ¿Hablaste con él?- preguntó apurada dirigiéndose a la habitación de la menor, cerrando la puerta antes de que Rubí pudiera escuchar algo.

-Un poco, pero es bastante necio. No podía decirle nada frente a su novio de cualquier forma.

-¿Su novio? …Vaya…

Lo sé; pero Rubí…

-¡ESMERALDA! ¡ÁGATHA!- escucharon fuera la voz de la mayor tornando tenso el ambiente sabiendo lo que se avecinaba.

-¿Algún problema?- preguntó Agatha al abrir la puerta intentado tranquilizarse

-No se hagan tontas; que ¡de nada servirán sus malditos planes! ¿¡Escucharon?!

-Nadie ha hecho planes, deja de decir estupideces; que las tres sabemos lo que va a pasar

-¡Ese bastardo no…!

-¡YA! ¡NO PUEDES QUITARLE A BILL LO QUE LE CORRESPONDE; RUBÍ! ¡NI TÚ OBLIGARLO A TOMARLO; ESMERALDA!

-¡NO LE CORRESPONDE!

-¡CLARO QUE SI; Y PAPÁ LO DIJO!

-¡ESO NO IMPORTA! ¡Nadie hará nada hasta que el mismo lo haya decidido!

Rubí salió ignorando razones directo a las caballerizas completamente perdida en su mente.

El no era su hermano; no era un Montemayor; solo un estorbo que su padre había cargado por años y ahora seguía dando problemas.

Montó a su caballo “Tormenta” y recorrió los alrededores pensando en como quitarlo de en medio. Debía de haber una forma; total, ni siquiera era de su sangre.

Mientras, en la habitación, Agatha pensaba en alguna forma de; más que no meterse, el proteger a su único hermano, que por lo que veía, realmente estaba a nada de entrar en una lucha de poderes que se había desatado en esa casa desde que su padre murió.

Bill siempre había sido excelente con cada una de ellas, y siempre había estado ahí apara apoyarlas , al menos ; hasta hacía dos años cuando había abandonado su hogar, el rancho en el que los cuatro habían crecido en el estado de Hidalgo ; sin que nadie pudiera detenerlo.

Mucho tiempo intentó encontrar ; saber de él, tener alguna pista, sin ningún resultado hasta que un día; haciendo negociaciones en Italia ; vio su fotografía en un periódico, vestido con un uniforme negro con hilos de oro, idéntico al de su padre para salir al ruedo, esquivando un enorme todo de manera magistral, solo como los Montemayor sabían hacerlo.

Tal vez no podía hablar con él, pero al menos sabía que estaba bien. Y pasara lo que pasara, no dejaría que Rubí lo envolviera en su juego por el mando de la familia, ni que Esmeralda lo metiera en un problema todavía más grande.

La noche transcurrió agitada en la casa de Guadalajara de la familia Montemayor, sin que el pelinegro supiera que aquello ocurría, y menos por su llegada. La competencia comenzaba a primera hora, y esta vez; si no podía dejar todo a la ligera.

-“Espíritu” esta listo; ¿Qué falta?- preguntó Gael intentando no presionar de más a su jefe sabiendo que Bill odiaba que le dijeran que hacer. Llevaban trabajando desde las cuatro de la mañana.

-Gracias. ¿Los demás caballos también? Hace falta peinarlos y protegerlos…los toros mexicanos son bravos.

-¿Para ti son bravos?

-Azulejo es un amor al lado de esas cosas-respondió extendiendo la manta con el nombre “Du Lyon” desde donde todos pudieran verlo.

-¿Estas consciente de que son las seis de la mañana verdad?- preguntó Tom acercándose con una ligera chamarra del pelinegro puesta y bostezando

-Creí que estabas dormido- respondió besándolo suavemente y abrazándolo al verlo aún adormilado. Lo había dejado completamente dormido al levantarse para preparar todo, precisamente para que no sintiera el frío.

-Si; pero me dejaste solo…

-Lo siento, debí haberte avisado- se disculpó sonriendo. Las rubias restas del patinador caían desordenadas por su espalda, y su pantalón azul de cuadritos delataba que aún iba en pijama; a diferencia de él, que llevaba su traje de gala y estaba perfectamente peinado.

-¿Qué haces aquí tan temprano? Ni siquiera hay sol…

-Soy un vampiro- bromeó el torero- y tú; se supone que tu primer competencia es hoy…

-Cierto…creo que debería ir por mi patineta…y a bañarme
-Yo diría…


Agatha termino su peinado con una flor azul entrelazada entre los mechones ligeramente sueltos de su largo cabello rizado, y salió buscando por “Huracán”; un bello caballo blanco de crin negra perfectamente arreglado y con el cabello trenzado por ella misma.

-Hoy volveremos a ver a alguien; precioso- dijo al caballo que la miró de manera curiosa y se quedaba inmóvil mientras ella subía a su lomo.

Tal como presentía, Rubí no se levantaría para aquella hora y aprovechándolo, mandó a los peones de la hacienda a preparas sus cosas y cambiar el nombre de su hermana por el suyo antes de que se diera cuenta.

-Agatha Montemayor- dijo un hombre detrás de ella haciéndola rodar los ojos y mirarlo con pesadez.

-¿Qué haces aquí Ricardo?

-¿Yo? Nada. Mejor dicho ¿Qué estás haciendo tú aquí linda?

-Cállate. Si pensabas llevarle el chisme a Rubí; corre, que me tiene sin cuidado.

-Que agresiva; ¿Por qué lo crees?

-¿Por qué será?- contesto sarcásticamente saliendo en cualquier dirección con tal de perderlo de vista; llegando como por arte de magia justo donde una gran manta de letras doradas, formaba las palabras “Du Lyon” encima de algunos corrales.

Fue ahí donde lo vio; e inevitablemente reconoció a su hermano menor.

Bill, mucho más alto de lo que lo recordaba; besaba en los labios a un guapo rubio de tez bronceada, casi tan alto como él.

No pudo evitar sonreír al observar la escena captando los profundos sentimientos de ambos que inundaban el ambiente a su alrededor. Parecían amarse más que a cualquier otra cosa en el mundo.

Avanzó antes de que pudieran verla, y fue directamente a donde la lona con la inscripción MONTEMAYOR era colocada por los muchachos a toda prisa, justo para cuando ella llegara.

Quería que se quedara, anhelaba tener de nuevo a su hermano cerca, pero también podía ver otra cosa, que al parecer, no estaba tomando en cuenta.

Bill era feliz.

No solo era feliz, estaba bien, y también, aún cuando no conocía al rubio que lo acompañaba, ahora tenía a alguien que lo quería…eso no valía la pena sacrificarlo

-Daniel…

-¿Si señorita?- atendió el caporal de inmediato acercándose a la muchacha que bajaba del bello corcel

-¿Ya han abierto las apuestas?

-Si señorita…

-Toma- dijo extendiéndole una bolsa un tanto pesada

-¿A su nombre?

-No – dijo ella recordando la escena- ponlos a Du Lyon

-¿Va a dejarlo ganar?- preguntó el joven confundido ante su petición

-No; pero tengo fe en ese torero. No le ha sido fácil llegar hasta aquí- concluyó dejando a “Huracán” a un lado y andando hacia las gradas de los participantes…ya buscaría a Bill después para hablar un poco, y tal vez, conocer a su nuevo cuñado.

Mientras tanto, a menos de un kilometro de distancia; Georg recorría ansioso el lugar, buscando preocupado al rubio que desde su llegada a la ciudad, no había visto por ningún lado, y al haberlo dejado en tales condiciones, en verdad le importaba encontrarlo

-¡Gustav!- dijo al ver algo parecido al chico andando solo en el frío cerca de los corrales de los toros, que bien parecía que se escaparían en cualquier momento arrasando con lo que encontraran en su camino.

-¿Eh?- volteó el otro saliendo de sus pensamientos antes de hacer alguna tontería- ¿Georg?

-¿Qué haces aquí?

-Me perdí- mintió son revelar su verdadero propósito agradeciendo haberse quedado sin lagrimas hacía un par de horas al grado que sería imposible notarlas

-Que manera de perderse…- respondió el castaño de ojos verdes un tanto aliviado-¿Quieres ir al cine?

-¿Qué?- preguntó Gustav incrédulo ante la repentina proposición que definitivamente no esperaba

-Eso, u otra cosa si quieres…suponiendo que no tengas algo que hacer…

-Claro- respondió sorprendiéndose a si mismo al aceptar

-Bueno; súbete- respondió señalando la parte de atrás de su motocicleta y entregándole un casco de color verde. El subió rápidamente sosteniéndose de su cintura y partieron hacia el centro de la ciudad, donde aún cuando los locales estuvieran cerrados, el cielo regiomontano daba una hermosa vista ante la salida del sol.

Georg estacionó el vehículo y comenzaron a andar por las calles aledañas al zócalo, de momento, casi desierto

-¿Cómo me encontraste?- preguntó el rubio de pronto mientras caminaba a su lado

-A decir verdad; te estaba buscando- respondió Georg haciéndolo sonrojar levemente sin darse cuenta-me dejaste…preocupado desde que bajamos del autobús

Preocupado…Gustav repitió la palabra en su mente un tanto extraña para el. Preocupado…Georg se había apurado a encontrarlo; le importaba lo que le pasara. ¿Por que?

Casi eran extraños, y ahora estaba con él andando como si nada por una ciudad desconocida

-Pues…me encontraste

-Me costo bastante…te escondiste muy bien- dijo sonriendo haciéndolo sentir extraño y algo apenado

-No vuelvo a jugar a las escondidas contigo- bromeó haciendo reír al castaño que no podía imaginarse la escena. Solo había jugado eso con su perro, y desde entonces hacía más de diez años. Ya que nunca había nadie con él, el perro era un amor de compañero de juegos para un niño solitario de ocho años.

-No; porque seguro pierdo

La película acabó cerca de las ocho de la noche, aún cuando habían salido tan temprano. De cualquier forma, el tiempo se había ido volando para ambos, que lejos de ver el reloj, dentro de sí anhelaban que este se detuviera; sobre todo el rubio, que más que una salida significaba algo diferente

No se sentía solo

-Y tú ¿de donde vienes? Hablas un alemán muy…avanzado

-De Magdenburgo- respondió Georg mirándolo a los ojos- ¿y tú?

-Berlín; aunque crecí en Moscú

-Ahora entiendo el ruso…bueno; no literalmente- finalizo antes de que el otro comenzara a decir frases en el idioma extraño para el

-Alemán entonces- sonrió Gustav dejándolo impactado. Jamás lo había visto sonreír…