sábado, 3 de agosto de 2013

Unos cosos que hice :3

Como seguramente ya lo he mencionado mas de una vez SOY UN COMPLETO FRACASO PARA ESTO DE LA EDICIÓN pero bueno , ayer Seli ( te amo mujer !! ) me enseño a hacer estos cosos sencillos xD a ver que tan gachos están


sábado, 13 de julio de 2013

miércoles, 3 de julio de 2013

Rapunzel (UruKai) FINAL


Rapunzel 5. Felices por siempre


-¡Kai no!- gritó el príncipe al notar la cara de terror del castaño, y él como la luz de su mirada de esfumaba por completo, volviéndose opaca, y completamente muerta- ¡Kai!

-Vaya, vaya… el príncipe de Luminaria- se escucho decir desde el cielo, una voz estruendosa, malévola y hasta cierto punto aterradora, lo cual no podía ser nada bueno.

Finalmente, entre las nubes, apareció una espantosa figura, aún cuando no era más que una sombra de oscuridad, con dos ranuras rojo fuego, por las cuales parecía mirar, y otra más que fungía como su boca, haciendo temblar todo a su alrededor.

-¿¡Que le has hecho?! ¡KAI!- gritaba Uruha intentando sostenerse del pequeño peldaño en el techo del cual se sostenía sobre un abismo

- No es algo que a ti debiera interesarte- sonrío el cumulo de sombras comenzando a burlarse

-¡LIBERALO! ¡AHORA!

-¿Tan mal acostumbrado estás, lindo príncipe? Veamos cómo te las arreglas ¡TU SOLO!- dijo aquel villano terminando de opacar el cielo con su espesa niebla turbia, mientras el suelo comenzaba a abrirse dejando ver el centro de la tierra en un rojo incandescente en las fracturas, y justo a un lado, a lo que ahora parecían cientos de metros hacia abajo, una pequeña cabaña era destruida en medio de una explosión la cual, captó su atención

-¡NOOOOO!- escuchó un grito desgarrador en una voz, la cual; para su desgracia, conocía bien ahora- ¡REITA!

Un pilar de fuego invadía el lugar donde se encontraba la pequeña vivienda, envolviendo en llamas a un muchacho de apariencia enferma y acabada, pero aún así lograba distinguirlo bien. Ese parecido , el mismo cabello …el hermano mayor de Ruki.
-¡¡¡REITA!!!-Los gritos de desesperación del menor desgarraban el silencio mientras intentaba llegar a su hermano, sin la más mínima posibilidad de lograrlo.

-¿¡Que es lo que quieres?! ¡Te daré lo que me pidas!- dijo Uruha ganando tiempo mientras su mente procesaba lo que tenía que hacer a continuación.

- No hay nada que tú puedas darme, niño mimado. Me pregunto, ¿Cuánto pagaría tu padre por verte de nuevo?- concluyó sonriendo de manera vil; desapareciendo entre la oscuridad, mientras el ambiente se tornaba muy diferente; o al menos para él…

Se encontró de pronto al medio del océano, en alguna cosa parecida a las ruinas de una torre, completamente destruida, salvo algunos peldaños que quedaban en pie.

-¿Pero qué…?!

- Prepárate a morir ahora; príncipe azul- escuchó la voz lejana, el hechicero había desaparecido, y ahora, las olas encrespadas amenazaban con arrastrarlo al fondo del océano, en algún lugar desconocido y efectivamente, completamente solo.

- No, ¡no puedo!- gritó golpeando con su espada todo lo posible, esperando estar en alguna dimensión o algo parecido, y poder volver a la torre enseguida donde su amado Kai, su príncipe atrapado, que ahora corría un serio peligro.

Sin embargo, horas después, agotado de luchar, continuaba varado al medio de las mismas ruinas, sin ninguna clase de resultado.

-¡Déjalo, por favor!- escuchaba en su mente la conversación entre Aoi y Ruki , el cual suplicaba por la vida del otro.

-Olvídalo. Después de quitarle todo su poder, el morirá y no hay nada que puedas hacer para evitarlo, insignificante humano. ¡Nada!.

-Su poder…- recordó Uruha enlazando de inmediato las cosas. Aoi tenia una fuente de poder, y ese , era Reita … pero no era lo único…El cabello de Kai.
Fue entonces cuando de pronto, al medio de una inscripción de luz, en el tormentoso cielo las palabras le dieron la respuesta “Todo está en tu mente, debes derrotarla”.

Ahí fue cuando la ilusión desapareció. Se encontró de nuevo en la torre, detrás del hechicero que ignoraba las suplicas del menor.

-Distráelo- pensó Uruha escabulléndose por la ventana de la torre, haciendo señales que apenas Ruki pudo entender. Tiempo, eso era lo que necesitaban.

-¡DEVUELVEME A MI HERMANO!- Comenzó a luchar el chico tomando la vieja espada de su padre y subiendo a lo largo de la columna de fuego que rodeaba a Reita, la blandía esquivando hechizos y repeliéndolos con el viejo instrumento, con algunos casi rozándole hasta que finalmente llegó a la cima.

-¿Crees que un idiota como tú iba a poder detenerme, Matsumoto Takanori ? ¡Qué ingenuo!

-¡No es tiempo de hablar!- dijo el chico propinándole una estocada con la espada causándole un pequeño rasguño, el cual sanó casi al instante.

-¡KAI!- buscó Uruha al castaño dentro de la torre, hasta que en una esquina, lo vio, completamente atemorizado y con la mirada extraviada- Kai…

-¿Qui…quién eres tú?

-¿No lo recuerdas? ¡Kai!

-¿De qué hablas? ¿! Como me encontraste?! ¡Si Ruki te ve..!

-Claro, te tiene en el hechizo…

-¿Qué?

-¿Quieres salir de aquí?- preguntó inocentemente como si nada hubiera ocurrido.

-¡Si! Pero Aoi ….

El techo se derrumbó sobre ellos cuando el hechicero , ahora en forma de un enorme dragón se apodero del la torre , arrojándolos varios metros entre las ruinas, al tiempo que Ruki caía hacía el profundo abismo en llamas
-¡URUHA! ¡AHORA!- gritó lanzando la espada que el príncipe tomó rápidamente

-Kai, Perdóname- dijo al tiempo que la hundía en su larga cabellera, que al instante cayó al piso, mientras en la mente de Kai, cada uno de sus recuerdos regresaba ; su origen, sus padres, su amor y su príncipe…

-¡NO!-Gritó de dolor el hechicero al tiempo que volvía a su forma humana , perdiendo todo su poder y los efectos de cada uno de sus hechizos.

Mientras tanto, en aquel pilar de fuego, ahora chispas doradas rodeaban a aquel chico, que en seguida pareció volver a la vida, de mejillas sonrojadas y ojos color miel.

-Uruha…

-Eres libre, Kai -susurró tranquilamente juntando sus labios… al fin, todo había terminado.

Se apresuraron a bajar de la torre, por lo poco que quedaba de las escaleras, lo cual no fue un problema… no había metros de cabello que pudieran atorarse en algún lugar…

-Me gusta tu nuevo corte- sonrió el rubio mirando sus lindos ojos avellana

-También a mi- dijo un poco sonrojado mientras llegaban al suelo, aquel que había estado prohibido por tanto tiempo, y ahora se encontraba ahí, justo debajo de sus pies…-Espera; ¿y Ruki?- preguntó preocupado mirando hacía todos lados sin localizar al otro…
-Auch…- musitó el aludido cayendo de un árbol junto a su hermano, que parecía brillar con luz propia…

Todos eran libres, al fin.

------- 5 años después-----
El reino de Darkerer tenía un nuevo rey… Cuando el príncipe perdido regresó, no hubo un lugar más alegre sobre el planeta, salvo el reino vecino de Luminaria, que en comunión con ellos, celebraban lo que tanto habían esperado.

Pero esta vez, habría una fiesta diferente, una que uniría a los dos reinos…y dos vidas, en un hermoso final… un príncipe alto y rubio , y su amado , el príncipe de ojos avellanas… el príncipe Kai
Ahora todo había quedado en el pasado … solo quedaba el “ Felices para siempre”

Fin.

Rapunzel (UruKai) Capítulo 4


Rapunzel 4. Una nueva estrella...

Pasaron los días; y muy pronto, semanas también, y el rey de Luminaria estaba completamente desesperado; y no solo por el compromiso que debía cumplir. Su único hijo no aparecía por ningún lado, sus tropas habían registrado todo el lugar e incluso, salido a los más lejanos reinos esperando hallar al príncipe; pero nada ocurría.

Uruha estaba completamente desaparecido, y al parecer, ni las fuerzas mágicas o bélicas del reino podían traerlo de regreso…

-No, eso si no- dijo Ruki mientras bajaba con la canasta de alimentos vacía, después de alimentar al castaño de largos cabellos.

- Dices que mientras su cabello esté en la torre; Aoi no se dará cuenta ¿no?- insistió el rubio sin rendirse esperando la respuesta afirmativa del otro, que estaba completamente renuente a la idea.

-No debería- respondió terminando de bajar las escaleras para dirigirse a la casa, donde Reita aún seguía en cama después de la última recaída que había tenido.

- ¿Entonces? Su cabello se quedará adentro, ¡lo prometo!

- Lo estás diciendo en serio ¿verdad?

-Nunca rompería una promesa así…- concluyo el príncipe mirándolo a los ojos mostrándole su sinceridad…lo estaba diciendo muy en serio

- De acuerdo; pero que sea rápido.

-Gracias- dijo el príncipe corriendo a subir las escaleras a toda velocidad; lo cual, era mucho más cansado que subir por el cabello de Kai como cuerda, pero también, más rápido y seguro.

Le había dicho al castaño que había encontrado la forma de abrir las dos puertas sin la llave, pero nunca que Ruki era quien le permitía subir, Aún no era tiempo de que lo supiera….tenían todo bien calculado.

-Kai…

-¡Uruha!- dijo el chico lanzándose a sus brazos mientras lo besaba tiernamente - ¿Cómo haces para llegar tan rápido?

- He encontrado algunos atajos – mintió sonriendo observando sus hermosos ojos color avellana- pero…te tengo una sorpresa

-¿Sorpresa?- pregunto Kai extrañado.

- Espera a que obscurezca… ya no falta mucho.

- ¿A que obscurezca?

Pronto; la luna sustituyó al sol alumbrando con su pálida faz platinada el exterior, donde el día se acababa para que un cielo estrellado los cubriera con su manto de calma.

-Ven; vamos- dijo el príncipe acercándose a la ventana que estaba más próxima al techo de la torre

-¡¿Afuera?! ¡Pero…!

-Tranquilo… todo está planeado…

-Ruki…

-El lo sabe. ¿Vamos?- dijo extendiéndole la mano; que segundos después, el castaño tomó con confianza y después de algunos segundos, el techo de el alto monumento quedo bajo sus pies, dejándolo arriba de ellos solo el oscuro manto estrellado

-¿Que te…?

Uruha se negó a terminar la pregunta al ver el rostro del Castaño, que mirando al cielo; no podía creer lo que tenía ante sus ojos…las estrellas formaban figuras inentendibles y resplandecían en armonía con las otras, tal como si con su luz, entonaran una hermosa melodía incomprensible para los hombres que como el, intentaban descifrarla.

-Pero…

-Ven; siéntate…es peligroso andar acá arriba- dijo el rubio llevándolo junto a la ventana; de modo que, justo como lo había prometido, su cabello permaneciera adentro.


El solo ver su expresión de ilusión al estar fuera; hacía que deseara mandarlo todo muy lejos, y sacarlo de una vez por todas de ese lugar. Pero ya se la había prometido a Ruki … tal vez, si no lo hubiera hecho…

-Uruha… ¡Uruha!- dijo el castaño sacándolo de sus pensamientos de golpe

-¿Qué ocurre?- respondió sonriendo sin poder dejar de mirarlo

- ¿Por qué…forman figuras?- pregunto sonrojándose por su ignorancia. Si Uruha era un príncipe, seguro el sí debía saberlo…

-Dicen cosas… yo no se interpretarlas bien pero…lo hacen- respondió mirándolas también sin comprenderlo bien – nos guían…

-¿Cómo?

-¿Ves esa de ahí?- dijo señalando una muy brillante, seguida de otras dos

-Si…

-Se llama Orión… esas tres son su cinturón

-¿Y esa?

-Pegaso…

-¿Y esa?

-Capricornio…

-¿Y esa de allá?

-Mmm… ¡Kai!- dijo sin saber el nombre dela extraña estrella, que de repente había aparecido en el cielo de la nada…

-¿Kai? ¡Eso no es cierto!

-¡Sí lo es!

-¡Claro que no! ¡Lo acabas de inventar!- dijo mirándolo sonriendo; tal vez no sabía nada de estrellas, pero ¿Qué una se llamara Kai? Eso ya era demasiado.

-Pues para mí, se llama Kai - contestó besándolo suavemente sin dejarlo contestar…

- ¿De cuando acá tú les pones nombre?- preguntó sonriendo sin despegarse mucho de él

-Siempre hay una primera vez…- susurró sintiendo como el aire helado de la noche los recorría haciendo al otro temblar- Ven; vamos abajo…empieza a hacer frío

Kai pronto se quedó dormido en los brazos de su príncipe una vez que estuvieron abajo… las estrellas lo habían arrullado rápidamente junto con el frío de la noche, que iba aumentando con el pasar de los días…no por nada estaban en Diciembre.

Las siguientes noches transcurrieron fuera de la torre, y en algunas veces, incluso el día. Mientras su cabello estuviera dentro, no había porque temer…pero eso, no iba a ser posible

Una tarde mientras el sol comenzaba a ocultarse, un terremoto asoló la tierra, haciéndola moverse violentamente, mientras ambos chicos, permanecían en el techo intentando sostenerse.

-¡Ahhh!- gritó Uruha al resbalar por algunas tejas que comenzaban a romperse con el movimiento y agarrándose únicamente de un peñasco de las salientes de la torre, amenazando con dejarlo caer al vacío en cualquier momento

-¡No! ¡Kai!

-¡No te muevas de ahí!- dijo el príncipe ideando una forma de no caer, pero aquel pequeño peldaño de donde se sostenía no aguantaría mucho tiempo

-¡¡URUHA!!

-¡¡NO KAI!!-gritó cuando el ultimo fragmento se resquebrajó y comenzó a caer viendo al hermoso chico de hermosos alejarse hacia arriba. Cerró los ojos y esperó la inminente caída que…nunca llegó.

-Uruha…- susurró el castaño tomándolo de la mano; impidiendo que muriera

-No Kai…

Fue entonces cuando se dio cuenta… Su cabello…todo el estaba fuera de la torre.

El cielo se tornó oscuro de repente, cubierto por una densa niebla oscura y venenosa; mientras los truenos alumbraban el cielo haciendo que la tierra se estremeciera aún más.

Aoi , el hechicero oscuro; estaba ahí con su manto de terror, mientras que en la pequeña casa, el mayor de los hermanos, perdía de nuevo el conocimiento…

Rapunzel (UruKai) Capítulo 3


Rapunzel 3. El príncipe de Darkerer


En su cabaña al interior del oscuro bosque; o mejor dicho, castillo aunque por fuera no aparentara serlo, Aoi contaba; uno, dos, tres monedas de oro hasta llegar a las 600. ¡Que fácil era explotar al Rey!

El rey de Darkerer se lamentaba en su trono, aún rodeado de sus grandes lujos, la vida no era lo mismo desde aquél día; en que Aoi se llevó a su único hijo; y ahora, desde aquél día, al amanecer sus soldados llevaban 600 monedas de oro al hechicero, ya que sí no lo hacían, amenazaba con matar al príncipe, al cual mantenía en alguna ubicación desconocida, donde nadie pudiera encontrarlo.

Aunque ahora tenía un motivo para ser feliz, ese pesar le impedía pensar en lo que vendría ahora: su hija menor, Yume ; se casaría con el príncipe del reino vecino: Luminaria, con lo que juntando los reinos, su pueblo no se quedaría abandonado habiendo un sucesor…sin embargo, no podía evitar pensar en cómo hubieran sido sus vidas, como todo cambiaría si su adorado Kai estuviera ahí.

Él era el heredero al trono, por no decir su único hijo, el primero, al cual había adorado y fantaseado con él y su futuro desde antes de su nacimiento, y ahora; simplemente no estaba ahí. Pero ¿Qué podía hacer? Lo había buscado por todos los alrededores, sus soldados recorrieron el país entero sin encontrar un rastro de él; y aún cuando no estaba seguro de que el hechicero aún lo mantuviera con vida; seiscientas monedas le daría a diario, con tal de mantener esa esperanza.

-Padre- anunció su llegada Yume , entrando a la sala del trono lentamente, con los ojos llorosos. Había asumido la responsabilidad de darle un rey al trono, pero eso no quería decir que fuera suya. Por no decir que hacía más de 19 años; los cuales debían tener su hermano en ese momento, el rey no tenía cabeza para otra cosa que no fuera Kai.

Mientras tanto, recorriendo el bosque oscuro, el príncipe Uruha se detuvo y sentado en las hojas caídas, pensaba en que era lo que haría.

Había prometido al castaño sacarlo de ahí, lo cual claro que pensaba hacer, pero ¿casarse? , no; definitivamente no quería casarse, y menos ahora que había encontrado a alguien a quien amaba y lo amaba por igual. Estaría loco.

-¿Qué rayos voy a hacer?- dijo levantándose horas después sin encontrar la respuesta; para dirigirse a la torre, donde Kai lo esperaba sonriente, aislado de todo lo que estaba pasando.

Aún había muchas cosas que desconocía del prisionero para atreverse a hacer algo, sin que lo pusiera en peligro, pero si había alguien que pudiera decírselo, y ese era su guarda; Ruki.

Debía de poder decirle algo.

Llegó lo más rápido que pudo a la torre, y al llamado de “Kai, deja caer tu cabello” la cuerda cayo dejándolo subir con coraje.

Iba a sacar a Kai de ahí; iban a escapar, y en definitiva, ¡no se iba a casar!

-Hola- dijo el castaño recibiéndolo con un beso y tan sonriente como siempre; lo cual, le afirmaba más lo que tenía que hacer. Lo que ocurriera, no iba a poder cambiar su decisión.

-Hola- respondió olvidándolo todo al corresponderle y entrar por la ventana; sin sentir pasar la noche que se esfumó rápidamente, hasta que la hora de marcharse llegó. O al menos eso aparentaba.

Bajó hasta tierra firme; y cuando Kai se hubo retirado de la ventana, esperó entre los árboles, hasta que vio al mencionado chico rubio que llevaba una cesta y se dirigía hacia la puerta del inicio de la escalera

-¡Ruki!- escuchó el chico detrás poniéndose tenso y sintiendo como un escalofrío le recorría el cuerpo sin dejarlo avanzar.

-¿Si?- preguntó sin dar la vuelta intentando tomar valor y no quedarse en shock. Sabía quién era; y lo que eso significaba.

- Iré directo al grano; voy a sacar a Kai de esa torre

-¡No!- dijo el dando la vuelta de golpe llevando su mente a su hermano mayor, que estaba en cama y hasta ahora, apenas podía moverse.

- Sé lo de tu hermano. Kai  me lo ha dicho- respondió el príncipe mirándolo a los ojos.
De ese momento dependía de que todo lo que tenía en la cabeza funcionara, y sin la ayuda de Ruki, le iba a ser imposible.

-Lo siento; pero no voy a arriesgar a Reita--. No te puedo ayudar- dijo serio disponiéndose a subir de nuevo cuando el rubio lo detuvo

- Por favor. Si me ayudas a sacarlo de ahí, llevaremos a tu hermano al castillo, donde los médicos y hechiceros lo curarán.

Ruki se quedo inmóvil escuchando las palabras de aquél extraño; las cuales, le prometían una salvación a su hermano que tal vez no encontraría de nuevo
Sin embargo, aún estaba Aoi ; el cuál no solo perseguiría a Kai , si no también a él y Reita por siempre hasta no verles el fin.

-No sabes lo que está pasando…no puedo…

-¿Por qué no me lo explicas?- insistió Uruha deteniéndolo nuevamente, y no se iba a rendir hasta que el guardia aceptara. De cualquier forma, no tenía planeado volver al palacio.

-¿Conoces a Aoi?- preguntó Ruki en un suspiro resignándose. Si tenía que jugarse la vida por Reita, no tenía ningún problema en perderla.
- ¿El hechicero?- Dijo mientras el otro asentía con la cabeza- algo he oído de él…
-El es quién mantiene preso a Kai; para sobornar a su padre a pagarle por mantenerlo vivo
-¿Quién es el padre de Kai?
-El rey de Darkerer; es su único hijo
-¿¡Kai es un príncipe?!- dijo sorprendido sin poderlo creer. Y no solo eso; Darkerer…ese era con quién su padre había hecho el trato.

-Así es; pero él no lo sabe.

-¿Eso no es todo cierto?
-No. Aoi mantiene así su cabello para hacer hechizos con él…así lo inhabilita, y ha ido olvidando todo…que es un príncipe, que podría salir, o que tiene alguien que lo espera afuera…

-Entonces… ¿lo controla por su cabello?

-Sí. Si algo no le gusta y Aoi lo nota, no tiene que hacer más que alguna brujería para mantenerlo a raya. Sin su cabello, hace mucho que él estaría afuera…

-Bien…esto es lo que haremos- susurró al chico al oído para después subir ambos hacia la torre con Reita en brazos. Ya verían que decirle a Kai, cuando fuera el tiempo…

Mientras tanto, los ejércitos de Luminaria salían por todo el país y reinos vecinos buscando a su príncipe, que llevaba desaparecido desde la audiencia con el rey, y ahora, no llegaba a la cita que tenía pendiente en el reino de Darkerer…

Rapunzel (UruKai) Capítulo 2


Rapunzel 2.La confesión del príncipe


Esa noche; al igual que cada una desde que había encontrado al chico de aquella torre; el príncipe Uruha salió ansioso del palacio sin que su padre lo notara, por el camino que ya conocía bien.

Hubiera o no luna, así las estrellas se pusieran o decidieran esconderse por completo, lloviera, relampagueara, o lo que fuera; cada noche llegaba justo a la misma hora bajo la ventana, donde el castaño ya lo esperaba.
Kai se sentó sobre la ventana, esperando el llamado que tanto anhelaba desde hacía unas horas; ya que el príncipe había partido directo a una presentación real…a él no le importaba mucho aquello, a decir verdad todo aquello de la realeza le causaba tristeza y nostalgia por ni siquiera poder verlo; así que prefería evitarlo, a menos que el rubio le contase algo.

Lo que ninguno sabía; era que justo después de volver con su hermano en brazos, Ruki subió la escalera de nuevo; quedándose al otro lado de la puerta. Pensaba aguardar toda la noche si fuera necesario, escuchando cada movimiento, para saber qué era lo que tenía a Kai tan inquieto.

El castaño no dejaba de moverse de un lado al otro, cada vez estaba más ansioso y no tenía idea del por qué; simplemente era un extraño sentimiento.

-¡Kai; deja caer tu cabello!- escuchó finalmente viendo el corcel blanco del príncipe bajo su ventana, a lo que sin perder un solo segundo, lanzó la enorme cuerda hacia abajo, donde Uruha, ya con bastante práctica en ello, subió rápidamente en contraste con las primeras veces que lo intentó, donde Kai lo salvó varias veces halando de él antes de que cayera al vacío por causa de su poca agilidad.

-Hola- dijo el castaño sonriendo formando una atmosfera distinta a la que acostumbraban, y Uruha sabía exactamente por qué.

-Hola- respondió el príncipe mientras caminaban hacia la mesa, donde Kai tenía preparada algo parecido a una cena; con aquello que Ruki le había llevado por la tarde, algo que siempre hacía…pero esa vez, sería diferente…
-Ven; ¿Hoy que vamos a hacer?- preguntó Kai cual niño pequeño; un rasgo que al rubio le encantaba de él. Al estar apartado del mundo, su inocencia y amabilidad era impresionante…por no decir su belleza

-Kai…tengo que hablar contigo…-dijo inseguro odiando sentirse así, aún cuando sabía que tenía el mundo en contra.

-¿Qué…que pasa?- pregunto con temor el castaño, que desde hacía días temía que el hecho de que todo fuera bien, era demasiado bueno para ser real. La suerte acostumbraba ponerse en contra suya; la prueba era que seguía en esa torre… ¿Por qué esta vez debería ser distinta?

-Kai yo… ¡me gustas!- soltó sintiendo sus mejillas arder esperando alguna reacción por parte del otro, que simplemente sonreía tranquilamente

-Tú también me gustas- dijo tal cual si hablaran del clima o alguna otra cosa

-No; no me refiero a eso…yo…Ahh- tartamudeaba el príncipe inseguro de cómo proceder; y Kai no se lo estaba haciendo sencillo; sabía que no era su culpa, pero esperaba que con ello entendiera sus sentimientos

-Uru…- susurró el otro hasta que los labios del rubio conquistaron los suyos, dejándolo no solo sin habla, si no también sin aliento y además; confundido. Sin embargo, no era algo que quisiera detener.

Fuera de la habitación, Ruki escuchaba sorprendido los últimos segundos de conversación entre aquellos dos, y estaba decidido a entrar, al menos hasta que el “me gustas” inseguro de aquel chico de suave voz lo hizo desistir de golpe dejándolo pegado a la puerta…

Lo más lento y silencioso que puso se puso de pie, y comenzó a bajar las escaleras tratando de no interrumpir nada… fuera lo que fuera a decir Kai, podía esperar a mañana para reprenderlo; además, debía de contárselo a su hermano.

-Me gustas…pero no de la manera que tú piensas- dijo el príncipe a solo centímetros de su rostro, donde podía sentir perfectamente su respiración cálida rebotando en sus mejillas, haciéndolo sonrojar cada vez más.

- A esta altura, creo que pienso de la misma manera- contestó el castaño volviendo a juntar sus labios sin saber exactamente que podría decir. Lo único que sabía de aquello venía de meros cuentos de hadas fantásticos y no quería arruinar aquel momento, que parecería ser el mejor de su vida…tal vez la suerte se había compadecido un poco de él.

Continuaron besándose tiernamente, demostrándose lo mucho que se querían hasta la madrugada; sin que ocurriera nada más, hasta que la hora se acercó, el príncipe tenía que irse, ya que Ruki no tardaría en subir a dejarle el desayuno

-¿En serio tienes que irte?- susurró Kai recargado en su pecho mientras el otro lo abrazaba tranquilamente.

-Mi padre quiere que conozca a alguien… si no lo hago, me mata- respondió el rubio suspirando. El ser príncipe le encantaba, pero últimamente le agobiaba bastante desde que debía correr de la torre al castillo a escondidas, sin mencionar los bailes, comidas y presentaciones a los que ni de broma podía faltar si quería conservar su cabeza en su lugar.-pero volveré en unas horas…

-Nunca había sido tan…difícil que te fueras- dijo el prisionero lastimosamente mientras se acercaban a la ventana, donde el sol empezaba a salir

- Lo sé… encontraré un modo de sacarte de aquí; lo prometo- dijo dándole un último beso para después bajar por la extraña cuerda y montar su caballo, mientras el lindo castaño lo observaba alejarse hasta que se perdió de vista en el bosque

-Kai- escuchó la voz del pelinegro detrás de él poniéndose nervioso y pálido a la vez ¿¡Cuánto tiempo llevaba Ruki ahí?!

-Ehh…hola; no te escuché llegar- dijo tartamudeando mientras el mayor de los hermanos entraba por la puerta detrás del anterior

- Y yo entiendo que no nos haya escuchado- dijo Reita tomando de la mano a su hermano recargándose en él…últimamente le faltaba más la fuerza que antes.

- ¿Por qué?...yo solo…miraba a la ventana

-Kai ; no soy tonto, lo vi entrar, salir y también irse- dijo Ruki acorralándolo mentalmente sin dejarlo inventar una excusa más.

-Por no decir que escuchó todo- concluyó Reita dejándolo aún peor

-¡¿Cómo?!¿¡Que escuchaste?!

-Antes que nada, no fue a propósito. Bueno sí; pero no esperaba escuchar eso…

-Bueno yo…

-Cállate, y cuéntame cómo fue- dijo Ruki sentándose en el piso sonriendo de manera inesperada dejándolo absolutamente sin habla…finalmente, el era su amigo, y podía confiar en él.

La tarde concluyó con su relato, habían pasado todo el día en la torre, y era hora de bajar…

-¿Estará a punto de llegar no?

-Bueno…si- respondió sonrojado Kai que ya ansiaba postrarse ante la ventana a esperar a su príncipe, al cual, le estaba costando bastante salir del palacio, después de la noticia que su padre acababa de darle

-Te vas a casar- dijo el rey de Luminaria a su único hijo, dejándolo en shock

-¿Qué?- preguntó el príncipe aún sin creerlo

-He encontrado una princesa para ti; es la hija del rey de Darkerer.

-Pero…

-Pero nada. Ya he hecho el trato con el rey, así que obedecerás y punto Uruha

-¡No lo haré!

-No te lo estoy preguntando; así que prepárate. Mañana irás a conocer a la princesa…

Uruha salió bufando directo a los establos, solo para tomar su caballo y salir volando hacia la torre; deteniéndose a la mitad del bosque… ¿Casarse? ¿Qué rayos estaba pensando su padre? Y más importante… ¿Qué le diría a Kai?

Mientras tanto; Ruki corría con su hermano en brazos, de vuelta a casa, donde su madre tenía lista la medicina del mayor… cada vez le faltaba más fuerza, y nadie sabía el porqué…excepto claro, quién la estaba tomando.


RAPUNZEL ( Adaptación UruKai)

Algo muy extraño que se me ocurrio hacer, espero haya quedado bien y a alguien le guste...


Desde ese dia, cada noche, hubiera o no luna; el Príncipe Uruha aparecía a la misma hora bajo su ventana , y al llamado de “Kai , deja caer tu cabello” subía acompañándolo hasta que amanecía, o en ocasiones dependiendo de los deberes de su majestad, hasta que la ida diaria de Ruki estaba peligrosamente cerca...

Sin embargo había alguien que si amenazaba con su vida, y también su libertad...y solo el rubio podría sacarlo de ahí.





Rapunzel 1. El chico de la torre

Cuenta la leyenda, acerca de una hermosa joven de largos cabellos dorados atrapada en una torre…cada historia tiene su parte de verdad, pero ¿tan diferente? Bien parecería imposible, pero Kai ya había comprobado que no era así.

Atrapado en la punta de una alta torre, el castaño de ojos despiertos y rasgados se lamentaba solo mirando hacia abajo, al piso; como si ello pudiera acercarlo un solo centímetro más. Llevaba años en aquél monumento, desde que era tan solo un niño de 5 años.

¿Por qué?, ni él lo sabía, pero había algo cierto, es que Ruki ; quien parecía el dueño de la torre, su celda y al parecer, su vida, no iba a dejarlo bajar nunca, en un afán desconocido por arrebatarle su libertad.

Si bien ya se había acostumbrado a la estadía ahí, ya que no le faltaba nada, y a decir verdad tenía muchas cosas en las cuales entretenerse y olvidar su problema, eso no era vivir.

Eso, y otra cosa. Su cabello largo y lacio había crecido y crecido, al grado de extenderse por toda la gran habitación que conformaba su celda; “una celda de lujo”.

-¡Kai!- escuchó la voz de Ruki acercándose apareciendo de pronto por la puerta que daba a las escaleras de la torre; la cual, siempre cerraba con triple llave impidiéndole salir.

Ruki nunca lo había tratado mal, al contrario; hasta podrían parecer amigos y tal cual, lo eran.

Sabía bien que aunque el era quién subía cada día llevándole comida, alguna que otra petición suya y medicinas si llegaba a enfermarse, aquel chico de baja estatura y de finas facciones no era su verdadero captor.

-¿Qué pasa?- preguntó bajando de la ventana con desánimo volteando a la puerta. Ahí estaba el cómo cada día, justo a la misma hora, trayendo una canasta llena de comida preparada y caliente, que había preparado él.

- No estés así… esto acabará, tranquilo….

-La pregunta es ¿Cuándo?...

Ruki se marchó sabiendo que el castaño no quería hablar dejándole solamente el encargo de su jefe; Aoi.
Tanto como Kai  el quería sacarle de ahí, por alguna razón olvidar las llaves o algo, pero en verdad necesitaba el trabajo. Con su hermano enfermo y su madre ya adulta, no podía darse el lujo de quedarse sin nada, ya que era el único sostén de su familia.

Treinta monedas de oro; era lo que recibía cada día por subir y bajar de la torre pasado el medio día, y aunque bien podría parecer bastante, el que Reita estuviera enfermo no ayudaba mucho. Su madre sabía cómo curarlo, pero los ingredientes para el tónico eran caros, y amaba a su hermano más que a su vida…

Kai lo sabía, y por eso, no insistía en lo absoluto. Incluso había llevado a Reita de incógnito para entretener un rato a ambos, que se habían vuelto amigos rápidamente ;pero su tiempo de espera, parecía interminable…

Una noche; en la cual la luna se había ocultado indignada por alguna razón; una noche completamente negra donde incluso temía asomarse a la ventana por tal oscuridad mientras su espacio yacía alumbrado con todas las velas que encontró, un joven alto y rubio vagaba por el bosque chocando casi en cuanto se reponía del golpe anterior; aunque quién se llevaba los verdaderos golpes era su bello caballo blanco.

-Dios; ¿Qué se supone que haga ahora?- se preguntaba sintiéndose incapaz de seguir, ahora era cuando sentía el peso de su desobediencia.

Su padre, el rey; le había prohibido salir, más de noche sabiendo que aquel bosque estaba encantado por uno de los hechiceros más peligrosos buscado por el ejercito de varios reinos, pero un paseo a la puesta del sol le había parecido inofensivo, al menos hasta que la luz se apagó.

De repente, entre la penumbra total donde los arboles muy seguramente no alcanzaban a cubrir el cielo, una pequeña luz amarillenta muy apagada, se distinguía levemente a lo lejos; donde acababa el bosque.
Sin pensarlo emprendió de nuevo el camino con obstáculos hacia ella, acercándose cada vez más, al grado de verla más grande, más luminosa y también más cálida.

Pronto llego a la tan esperada torre labrada en marfil y chapas de oro, y maravillado por ella, comenzó a buscar la entrada, la cual, le prometía el camino hacia la escasa luz que se divisaba.

Arriba, a casi 90 metros de tierra firme, Kai se estremecía comenzando a temer, pero aún sin atreverse a averiguar que ocurría. Llevaba más de media hora escuchando pasos y sonidos extraños, los cuales, cada vez se oían más cerca a través de la puerta que ocultaba la gloriosa escalera que permanecía vedada para él desde que tenía memoria.

-¿Ru-Ruki? ¿Eres tú?- tartamudeó inseguro mirando a la puerta donde se detenía el sonido

-¿Hay alguien ahí?- escuchó una voz del toro lado, soltando un grito ahogado y sintiendo un impulso difícil de evitar de huir, pero algo en si mismo le decía que no lo hiciera.

-¿Quién eres y… ¡que quieres?!- preguntó el castaño asustado al menos sabiendo que esa puerta jamás se abriría, y menos en ese momento

-Lamento asustarte, mi nombre es Uruha…soy el príncipe del reino Luminaria…

El muchacho de largos cabellos no tenía ni la más mínima idea de que reino era aquél ni nada de eso, pero por lo menos la palabra príncipe le inspiraba más confianza…

-Y… ¿Qué estás haciendo aquí?

- Como notarás no hay mucha luz afuera que digamos… y me perdí en el bosque…vi tu luz y llegué hasta aquí…

-Ya veo- susurró Kai compadeciéndose de el ya que no le parecía una mala persona…ni siquiera sabía que es estaba ahí, había llegado por casualidad…-pues…

-Te agradecería mucho que me dejaras entrar, también está haciendo frío afuera y está cerca la hora oscura…
-Me encantaría pero…no puedo; estoy encerrado aquí…

-¿Cómo?- preguntó Uruha confundido; aquella bella torre parecería más bien una parte de un palacio

-Nunca he salido de aquí…esa puerta tiene tres cerraduras, y yo no tengo las llaves- dijo con desilusión lo que ya tenía muy claro. Le hubiera encantado conocerlo…

-Bueno, habrá otra forma no…por lo que vi; tienes una ventana muy grande justo al frente

-Bajar por ahí sería un suicidio…

-No me refiero a bajar; si no a subir… solo necesitas algo lo suficientemente largo para que llegue hasta allá abajo y yo suba por fuera…

-Oh ya- respondió Kai sin poder evitar que su cara se iluminara al decirlo…ahora el verdadero problema ¿de dónde sacaría algo tan largo? Ni amarrando toda su ropa y la de la cama llegaría a tal altura…a menos que fuera algo diferente y que le estorbaba un poco desde hacía años- no importa si es algo… ¿raro?

- Cualquier cosa sería mejor que platicar a través de una puerta ¿no te parece?

-Está bien, vuelve a la ventana, encontrarás con que subir-dijo emocionado comenzando a recoger su cabello con ambas manos revolviéndose un poco

-De acuerdo, ahora voy… ¿Cuál dices que es tu nombre?

-Kai- dijo el prisionero corriendo a la ventana esperando a verlo abajo…pero no había luz alguna; ¿Cómo lo sabría?

-¡Kai! ¡KAI!

-¿Uruha?- pregunto atento esperando por la respuesta

-Estoy abajo; ¿Cómo subo?

-Así- dijo tomando la punta de su larga cabellera dejándola caer; mientras el otro miraba maravillado la suave y sedosa cuerda que le serviría de escalera

-Vaya…-dijo impresionado subiendo al instante por las paredes blancas de la torre, intentando no perder el equilibrio sujetándose fuertemente, sabiendo que el otro no lo dejaría caer.

Minutos después, completamente cansado llegó arriba; olvidando todo su pesar en cuanto vio a aquel que lo recibía.

Ahí; en la cima, el dueño de la suave voz que había escuchado resaltaba entre todo lo demás con su piel blanca, facciones finas y unos lindos y profundos ojos avellana, que lo miraban maravillado como si aún no pudiera creerlo.

-¿Uruha?- dijo el hermoso ser acercándose con cautela, tal cual si aún temiera…

-Gracias por…ayudarme a subir.- contestó asintiendo con una sonrisa- Lindo cabello

-Gracias…creo- respondió Kai desviando la mirada. Aquel joven que acababa de descubrirlo le daba grandes esperanzas por alguna razón, la cual, no tardó mucho en averiguar.

Desde ese día, cada noche, hubiera o no luna; el Príncipe Uruha aparecía a la misma hora bajo su ventana, y al llamado de “Kai, deja caer tu cabello” subía acompañándolo hasta que amanecía, o en ocasiones dependiendo de los deberes de su majestad, hasta que la ida diaria de Ruki estaba peligrosamente cerca.

-¿Qué te ocurre Kai? ¿No te sientes bien?- preguntaba el chico desde hacía unas semanas, en las que el castaño que aún en su situación se mostraba alegre la mayoría del tiempo exceptuando algunos días, ahora dormía la mayor parte del tiempo y parecía que, aun cuando disfrutaba su compañía, procuraba que se retirara lo más rápido que se pudiera.

Incluso intentó llevar a Reita algunas veces cuando el mayor se sentía bien, pero el resultado era el mismo.

-Debes resolverlo Ruki- dijo Reita cuando se disponían a bajar de la torre con cuidado, ya que era una larga escalera

-Ya lo sé… si Aoi  se entera, esto puede ponerse peor aún- respondió bajándolo en brazos como acostumbraba, mientras el otro se aferraba a su cuello.

Si Aoi se enteraba, además de seguramente quitarle el trabajo, iría a ver a Kai, con quién Ruki se aseguraría de que no tuviera contacto alguno, o podía ser muy peligroso para el castaño, que preso en aquella torre, le aseguraba una gran fortuna.

-Deberías verlo en la noche…si duerme en el día, algo debe hacer cuando no lo hace- articuló Reita dándole una ingeniosa idea a su hermano, que en cuanto llegó, preparó sus cosas para volver a subir…esperaría tras la puerta de la torre, y cuando escuchara el ruido, entraría a ver que estaba ocurriendo…


domingo, 23 de junio de 2013

Links de Torero funcionando :3

Por mera decidia no había subido el fanfic hasta que casi lo pierdo el dia de hoy en la madrugada D: Pero bueno , ya esta arreglado y todos sus links funcionan en el apartado de su nombre !!! :3

Torero Capitulo 20 Ciudad de México



-Espero que te gusten las Ciudades…
-Bueno, yo vivía en una- dijo Tom sin comprenderlo
-Mira esta- dijo señalando a su izquierda, donde la gran urbe se extendía más allá de lo que sus ojos alcanzaban a ver en el horizonte, y se perdía en lo escondido a su vista, detrás de cerros y colinas completamente poblados hasta en sus más difíciles rincones
-¿Dónde estamos? – preguntó el rubio sin creérselo y sin apartar su vista del horizonte
-Ciudad de México – respondió Bill sonriendo al notar su asombro
-¿Cómo rayos no se pierden?
El patinador no se imaginaba que un lugar así de grande existiera. Si el se perdía a veces en Leipzig, viviendo ahí toda su vida, ¿en la Ciudad de México? Eso era un auténtico laberinto.
-¿Ya te espantaste?
-Claro que no- dijo cual ofendido - ¿Sabes andar por aquí verdad?
-Emm… No
-¿¡Que?!
-Estoy jugando Tom – rió el pelinegro deteniéndose en un alto- Si la conozco, aunque hacía años que no me paraba por aquí… ha cambiado bastante
Aún cuando el estar en un lugar desconocido lo alteraba un poco, el hecho de estar con Bill lo tranquilizaba bastante. Nada malo podía acercarse si se mantenía a su lado, absolutamente nada. Sin poder quitar la vista de la ventana cuando pasaban frente a la estación del Metro Potrero, dirigiéndose a la calzada de los misterios y finalmente tomando el paseo de la reforma, la entrada al bello Centro Histórico de la antigua ciudad Azteca.
-Es enorme…- no paraba de decir el rubio. Bien podrían ya haber recorrido 3 veces Leipzig
-Un poquito… pero no creo que quieras verla toda en auto ¿o si? – contestó el pelinegro dirigiéndose a un costado del Palacio de Bellas Artes entrando al hotel Hilton , justo frente a la Alameda Central , recientemente remodelada.
Mientras el chico del Valet Parking se encargaba del auto, Bill pidió una suite matrimonial, y pagando con una tarjeta de crédito, le entregaron la llave de su habitación. Que ni siquiera se molestaron en ver primero
El personal subiría su equipaje, ya tendrían tiempo para acomodarse después.
Salieron andando ante todas las miradas, que si bien no eran acosadoras, hicieron que Tom se sintiera extraño al sentirlas sobre sí. A leguas se notaba que no eran del lugar.
Anduvieron por el Palacio de Bellas Artes, la enorme Plaza de la Constitución, mejor conocida como el Zócalo flanqueada por el Palacio de Gobierno y la Catedral metropolitana; y contemplaron como los soldados del Ejército mexicano bajaban la gran bandera tricolor y su escudo al centro con todo respeto, cual si su vida dependiera de ello. La Casa de los Azulejos, un restaurante remodelado de la época colonial fue el lugar de su cena, y las fuentes frente al Monumento a la Revolución, les dieron un buen susto al activarse de repente y prácticamente bañarlos haciéndolos gritar y correr a las orillas para secarse un poco.
Estaban completamente empapados
-¡Eso no estaba!- dijo Bill sorprendido y con el cabello lacio, mirando a la fuente con resentimiento como si fuera a intimidarla
- A que no te atreves a volver a pasar – lo retó Tom divertido e igualmente empapado
-¿Quieres ver que sí?- respondió el torero sonriendo
-¿Y si no?
-Si lo hago ¿Qué?
-Si lo haces… emm…- dijo Tom confundido, no había pensado esa parte
-Si yo lo hago, ¡tú también lo harás!
-¡¿Yo por qué?!
-¡Fue tu idea!
-¡Pero no así!- se quejó el patinador y cuando menos lo esperó, Bill lo tomó entre sus brazos y caminó hacia las fuentes activas frente al monumento
-¡Bill!- gritó al mojarse de nuevo sin poder tocar en lo absoluto el piso
-No hables… - susurró el pelinegro tomando su barbilla y besándolo suavemente entre la cascada de agua, la cual se sentía cálida e iba toando los colores del arcoíris, producto de las lámparas y reflectores que ahora la iluminaban
-Vamos; no quiero que te enfermes…
-Pero si esta haciendo calor- protestó Tom sin querer volver al hotel. Al lado del clima invernal de Alemania, los 27 grados de la Ciudad de México le parecían un desierto total
-Bueno, supongo que podemos dar otra vuelta- sonrió el torero mientras andaban hacia el Ángel de la Independencia , que se erguía orgulloso tal como si en cualquier momento fuera a emprender el vuelo por el estrellado cielo mexicano ; hasta que realmente, llegó el momento de regresar
Al subir a la habitación, Tom cayó rendido en el sillón intentando recuperarse. Habían caminado todo el día; sin embargo, Bill continuaba tan campante como siempre
¿Cómo rayos lo lograba?
-No me digas que te cansaste…
-Nunca había caminado tanto en mi vida – dijo el rubio al tiempo que su novio se sentaba a su lado. Entonces, su cansancio desapareció de repente, lo cual era bastante extraño… el pelinegro contemplaba la ventana sin mirar nada en especial más que el cielo nocturno
-Tu cabello está mas largo…
-No he tenido tiempo de cortarlo… ¿no te gusta?
-A ti todo se te ve bien – respondió lanzándose a besarlo sin poder contenerse. Los preciosos labios del pelinegro, sus facciones, su cuerpo… desde aquella vez que en Monterrey se había frenado aún cuando su cuerpo se lo pedía, se había vuelto una droga para el, lo deseaba, no podía decirlo de otra forma; si tan solo el miedo no lo acorralara cada vez…
Bill correspondió al beso, que fue tomando fuerza y cargándose de pasión, hasta que lo dejó sin aliento, siendo forzados a separarse
-Tom, ¿Qué estás haciendo?- preguntó el torero sorprendido, ya que jamás había notado ese lado del otro.
-Bill; tenemos que hablar- dijo Tom aún nervioso pero decidido; cansado de que esa escena inconclusa se repitiera una y otra vez
-¿Que pasa? - respondió el pelinegro sentándose al borde de la cama frente a el
-Bueno...
-es sobre...eso ¿cierto?- definió sin ser explicito comenzando a sonrojarse
-Sí...-susurró el rubio agachando la mirada y centrándose en las manos del torero, que las mantenía entrelazadas intentando calmar su nerviosismo- estoy cansado de esto...
-Yo no te voy a presionar...Tom- respondió sin pensarlo un solo segundo-yo...
-Lo sé; pero... sé que tú también lo quieres- concluyó dejando en silencio la habitación
-No si tú no quieres- dijo Bill sonrojado al escuchar sus palabras; y aun cuando una lucha de ideas se había desatado en su interior, tenía que admitir la verdad...nunca antes de había sentido ansioso por hacerlo, y ahora, Tom lo estaba volviendo loco con cada beso, caricia, y abrazo que le daba por muy inocente que fuera, casi haciéndolo perder la cordura
-No es eso. Solo...tengo miedo...
Miedo... esa era solo una de las cosas que lo atormentaban en ese momento
Había esperado mucho para encontrar a esa persona ideal; su otra mitad...a ese ser a quien amara más que a su propia vida y que sintiera lo mismo por él. Alguien que no buscara más que protegerlo, cuidarlo, y hacerlo saber en más de una forma el cuanto lo amaba. Y ya lo tenía... se amaban, y no había duda de eso.
Y ansiaba poder consumar su amor con él; per los numerosos fantasmas de las dudas lo retenían...
-Miedo...-repitió Bill tomándolo de la mano, sin saber exactamente como proceder... ¿como decirle a Tom que no temiera, cuando el mismo estaba aterrado?
Tom significaba todo para el, absolutamente todo, y el simple pensamiento de poder hacerle daño lo aterraba
-Yo...yo ¡soy virgen!- dijo el patinador avergonzado mientras todos sus temores venían a su mente de golpe
No estaba seguro de poder complacer a Bill como se suponía que debía ser, y como quería...y el dolor... ¿Y si era tan insoportable y lo arruinaba todo?
¿Y si Bill ya había estado con alguien más? ¿Y si lo comparaba con algún otro novio que hubiese tenido y le decía que lo hacía mal?
Los celos y el dolor lo invadían de solo pensarlo
-Tom Yo...yo también lo soy- respondió el torero inseguro sintiendo la sangre correr a sus mejillas. Estaba a punto de entregarse por completo, y ni siquiera sabía que era lo que tenía que hacer...
-¿Es en serio?
-Si...- dijo sintiéndose expuesto al notar como Tom lo miraba sorprendido- eso... ¿eso es malo?
-No...No lo es...- dijo sintiendo un gran alivio. No tenía que preocuparse de no complacer a Bill, ambos estaban igual…vírgenes…
-Crees que sea... ¿especial?
-Eso espero... ¿tu?
-Trataré de que así sea- dijo el pelinegro en un suspiro uniendo suavemente sus labios mientras Tom solo le correspondía ; intentando acallar sus miedos por un segundo, y eliminando algunos otros; dejándolos atrás.
-¿Quieres ahora?- preguntó Tom comenzando a mentalizarse un poco esperando no arrepentirse de lo que estaba haciendo
-¿Tu?...- dijo el torero acariciando su mejilla tiernamente viéndolo sonrojar- o podemos intentarlo después…
“Si lo posponemos, nunca podré decidirme de nuevo”- pensó Tom decidido volteando a mirarlo a los ojos
-No. Yo quiero hacerlo…lo quiero ahora, contigo y…- concluyó levantándose de la cama mientras Bill lo seguía, completamente inseguro de lo que tenía que hacer
El patinador no pudo terminar la frase ya que al instante Bill se apoderó de sus labios aún nervioso .Tom rodeó su cuello profundizando el beso mientras el lo tomaba por la cintura y lo acorralaba contra la pared, donde continuaron su lucha por el control del beso, sin que ninguno se quedara atrás
-Tom…- susurró suavemente el pelinegro abandonando sus labios y besando la fina piel de su cuello, lo cual hacía que el otro comenzara a perder el control; a la vez que ladeaba su cabeza para darle mayor libertad a su amante, quien dejaba pequeñas marcas en el y colaba su delicado tacto bajo la camiseta del patinador, causándole un estremecimiento al instante y el inicio de una respiración acelerada
-Bi-Bill…- susurró al ver su ropa comenzar a desaparecer, dejándose llevar al tiempo que acercaba aún más sus cuerpos, subiendo la temperatura
El torero lo tomó en sus brazos llevándolo hasta la cama mirándolo a los ojos, notando su nerviosismo.
-Vamos, recuéstate- le invitó Bill dedicándole una tierna sonrisa, a lo que el rubio obedeció sin pensarlo dos veces – eres hermoso…- susurró bajo contemplándolo
-Bill… tengo miedo – dijo sonrojándose y comenzando a temblar un poco
-¿Quieres que pare?- contestó su novio mirándolo con ternura
-No…; quiero continuar…
-Tranquilo… no haré nada que no quieras... lo prometo- dijo besando su pecho ya desnudo, comenzando a sacarle suspiros al patinador, quien comenzaba a desabrochar el cinturón del pelinegro, sin mucho éxito
- No soy el único nervioso- dijo el torero besándolo intentando calmarlo, causando un sonrojo en el otro al tiempo que lo despojaba del pantalón
Bill suspiró y se estremeció al sentir como su pantalón bajaba por esa parte haciendo sonrojar al rubio al notar su ya creciente erección por debajo de su ajustada ropa interior, que la contenía casi de manera dolorosa.
El patinador rodeó su cuello con los brazos mientras el otro sonreía y depositaba un delicado beso en su frente, recargándose en el, haciendo que sus erecciones se tocaran aún con la ropa puesta.
-Ahh!
-Ahh… Bill…- gimió el rubio sonrojándose y con la respiración entrecortada
-¿e-estas…bi-bien?
-Si…sigue- indicó Tom con voz diminuta debatiéndose entre su parte consciente y aquella que quería perder por completo el control, y que estaba peligrosamente cerca de ganar
Bill lo besó mientras acariciaba su cintura, comenzando a desatar suspiros llenos de deseo en el otro
-mmhmh Bill- decía contra los labios del pelinegro sin dejar de concentrarse en las manos que lo acarician
De pronto, dejó de hacerlo para bajar por su mentón y su cuello, el cual mordía, lamía y chupaba con delicadeza mientras con su otra mano, estimulaba los pezones de Tom acariciándolos, y mordiéndolos de repente, haciendo que estos se pusieran duros al instante haciéndolo gemir, excitando aun mas al pelinegro, al escuchar a su novio hacer ese tipo de sonidos y saber que el era quien los causaba, con cada toque o movimiento suyo.
Continuó con aquella tarea que le encantaba, recorriendo el cuerpo de Tom con sus labios, dejando un rastro de besos húmedos hasta llegar a su cadera, desabrochó su pantalón y se deshizo de el perdiéndolo en algún lugar de la habitación junto con su ropa interior, dejándolo completamente desnudo
-No… no me veas…- dijo cubriéndose con las manos, completamente apenado.
- Esta bien…- respondió Bill apartando la mirada, mas sin poder ignorar ya despierto sexo del otro, listo para ser atendido. Sin pensarlo dos veces, lo tomó entre sus dedos apartando las manos de su novio, y empezó a acariciarlo suavemente de arriba abajo sin parar, primero despacio hasta aumentar la velocidad poco a poco
-Ahh… Bill…- gemía mientras el pelinegro lo miraba extasiado, el patinador sentía su cuerpo entre un mar de sensaciones, no podía pensar, solo sentir la maravillosa sensación de placer que en ese mismo momento le proporcionaban, su cuerpo se movía involuntariamente, sin querer tocando entre las piernas del otro, rozando la hombría del otro haciéndolo gritar y sonrojarse sin que dejara de tocarlo.
Tom sacó los boxers ajustados de su novio mirando la hombría de este ya completamente despierta causándole un sonrojo como nunca lo había tenido en su vida… era grande…
Bill separó sus piernas y acomodándose entre ellas, lamió tres de sus dedos rápidamente y separando sus nalgas, comenzó a tocar su entrada poco a poco, hasta introducir el primero
-¿Te duele?
-Ughh… no, pero… es… incómodo… se siente extraño- respondió ardiendo en medio de su sonrojo
- Si te duele, dímelo- indicó el torero comenzando a moverlo en círculos e introduciendo un segundo
-e-esta bien- contestó comenzando a suspirar segundos después cuando el pelinegro hacía un movimiento de tijeras e introducía un tercero, comenzando a buscar el punto del patinador
-AHH ¡¡BILL!!- gritó al sentir como en un movimiento, veía estrellas ante sus ojos nublándole la vista haciéndolo sentir un placer indescriptible
- Así que ahí estaba…- dijo sacando sus dedos del interior del rubio, quien se quejo al ya no sentirlos al igual que esa maravillosa sensación-¿Listo? – preguntó tomándolo de las caderas y alzándolas un poco
Tom se estremeció al sentir aquella punta tan dura y húmeda contra su entrada; y estaba apunto de decir algo cuando los labios del pelinegro se apoderaron de los suyos con dulzura y pasado unos momentos en cuanto menos se lo espero Bill lo penetro de golpe pensando en que si lo hacia lento lo lastimaría mas

Gran error

El grito de dolor del rubio fue acallado por sus besos... se separo un poco de Tom
Quien lo miraba con los ojos llenos de lagrimas a punto de salir
-Idiota.-Susurro Tom casi en silencio
-Exacto… idiota- dijo Bill con los ojos cerrados con fuerza sintiendo un dolor intenso en su miembro sin poderse mover, al tiempo que escuchaba los débiles sollozos de su novio, quien comenzaba a llorar debido al dolor
-Tom perdóname...creí que…si lo hacia lento te lastimaría mas.-Dijo al momento de limpiar sus lagrimas y besarlo suavemente mientras sus propias lágrimas caían
-Pues creíste mal…Me dolió – sollozó abrazándose a su novio quedándose quieto, aguardando a que pasara el dolor

Minutos después, Tom intentó moverse cuando pudo soportarlo…el pelinegro comenzó a embestirlo lentamente, causándole un ligero placer pese al dolor al otro quien empezaba a gemir con una expresión de placer comenzando a descontrolarlo, al tiempo que sus propios gemidos comenzaban a salir deseando más, con lo que fue aumentando la velocidad, perdiéndose en las sensaciones que lo invadían, embistiéndolo más fuerte y haciéndolo gemir con cada estocada

-Ahh Bill!! Más…- gemía el rubio sintiendo tocar las estrellas , las cuales veía cada que Bill tocaba ese punto dentro de él – más rápido…

Pronto, el pelinegro comenzó a embestirlo con toda su fuerza, ya sin escuchar la entrecortada voz de su novio, completamente absorto en el placer que sentía, hasta que continuó masturbando al otro, sin poder dejar de suspirar y gemir profundamente

-Ahh… Bill…Bill…

Tom se regañó a si mismo completamente perdido en su mente; ¿Cómo podía no haber hecho antes con Bill? El dolor valía cada segundo de lo que estaba sintiendo, no podía controlarse, ni dejar de gritar el nombre de su amante; pronto, se encontró enterrando sus escasas uñas en la espalda del otro, que lo tocaba aún más insistente por toda la extensión de su miembro sacándole todos los suspiros posibles como si no hubiera un mañana

Sentía tocar el cielo, entre los salvajes besos de Bill; una fuerte corriente de placer lo arrastraba y lo cegaba haciéndole saber que pronto terminaría

-Ahh… Tom… mmm…- decía el pelinegro mientras continuaba besándolo en los labios, gimiendo contra ellos, reclamándolo como suyo y sabiendo que no duraría mucho más

-Ahh…AHH!! – gritó Tom sintiendo una explosión interna llevándolo al orgasmo y corriéndose manchando el abdomen de ambos , causando lo mismo en el otro obligándolo a venirse dentro de el al contraer sus músculos , llenándolo con ese líquido tibio que corría en su interior… buscó sus labios nuevamente sin separarse, y depositó un tímido beso en ellos , comenzando a sentirse apenado

-Tom…- susurró el otro saliendo de el lentamente y cayendo rendido a su lado, completamente exhausto y empapado en sudor, aún con la respiración agitada- te... te amo…

-Yo… yo a ti- contestó mientras parte de la semilla del otro salía de su interior y bajaba por sus piernas, haciéndolo sentir pegajoso y mojado, y acurrucándose en el pecho del otro, quien lo abrazó sin poder normalizar su respiración y deposito un beso en su frente llena de perlas de sudor sacándole una tierna sonrisa-Auch…- se quejó un poco al moverse

-Perdóname… ¿te duele mucho? – preguntó Bill preocupado y odiándose por completo

-Un poco… estaré bien…

-En verdad lo siento…

-No te preocupes…fue perfecto – dijo besándolo suavemente – me siento… extraño…

-Deberíamos bañarnos… esto y el agua de la fuente nos va a hacer daño- dijo el pelinegro recordándolo… ahora le parecía tan lejano ese momento

-Solo si te bañas conmigo… ¿por favor? – dijo el otro mirándolo con dulzura

-Claro Tom – dijo riendo al escuchar la pregunta – ¿Puedes caminar?

-Ehh…- musitó Tom dudándolo sentándose con dolor e intentando pararse… definitivamente, tenía un problema… Bill lo tomó entre sus brazos levantándolo y llevándolo hasta el baño; ya podían intentarlo al día siguiente- Gracias Bill…

- Sigue siendo mi culpa…

- Eso no es cierto… - contestó de vuelta en el piso y templando el agua de la regadera, la cual comenzó a llevarse los rastros de semen de sus cuerpos, limpiándolos por completo... Bill en verdad que se veía cansado- ¿estas bien?

- Tengo sueño…-susurró relajándose sintiéndose como si fuera a quedarse dormido en cualquier momento

- Perdóname , lo hiciste todo tú …

- No, fue perfecto – contestó repitiendo sus palabras transcurriendo el resto de su baño en un agradable silencio, hasta que salieron y cargó nuevamente a su novio de vuelta a la cama, donde se prepararon para dormir plácidamente después de ese esfuerzo que había consumido sus fuerzas…

Acababan de dar un gran paso, y ninguno de los dos se arrepentía de ello. Ya volverían después a su realidad… por ahora, solo era hora de dormir…

Torero Capitulo 19 Intentos y Decepciones


-¿Qué ocurre? – preguntó Tom con temor de escuchar la respuesta a su interrogante. Con solo ver a aquella chica, el miedo lo invadió de una manera bastante particular, por no decir muy extraña.
No, no le impulsaba a salir huyendo de manera despavorida, pero con solo mirarla sabía que era capaz de todo, y como enemiga, era el fin seguro.
-Dijeron que lo van a buscar… volverán en la noche y supongo que estarán cuidando la haciendo donde tú estés
-No me gusta tener guardaespaldas… me siento acorralado- contestó el rubio sinceramente preocupando aún más al torero.
-No hay otra opción… que yo te proteja ya no es suficiente
-¿Crees que todo salga bien?
-Por supuesto que sí, mi vida- contestó tomándolo entre sus brazos – escúchame… jamás, jamás dejaré que te hagan daño, aún si tengo que morir para lograrlo
-No digas esas cosas… todo estará bien- intento autoconvencerse el rubio sin mucho éxito, prefiriendo cambiar el tema -¿Y el concurso?- preguntó aún un tanto inocente. Si Alexander estaba ahí debía ser por eso… ¿o no?
-Alexander cubrirá algunas rondas y supongo que tu otras, no te preocupes por eso – sonrió Bill acariciando su cabello dándose cuenta de algo… si bien Tom comprendía lo que era lo mejor para él, ya empezaba a sentirse realmente enclaustrado sin su patineta, y sin su libertad en general… extrañaba cuando Bill lo secuestraba para llevarlo así fuera a la esquina o del otro lado del lugar, sin nadie vigilándolos y sin ninguna necesidad de esconderse.
¿Cómo había venido todo a complicarse tanto?
Los hermanos Cienfuegos ya estaban buscando… ¿y si se perdieran toda la tarde?... ¿y la noche? La mente del pelinegro comenzó a maquinar sin notarlo y de repente, soltó el resultado de ello
-Te voy a secuestrar- sonrió mirando al patinador confundido ante tal propuesta
-No se supone que… ¿nos quedemos aquí?- preguntó desconcertado
-No que yo sepa-contestó de la misma manera sacándole una sonrisa al otro – prepara tus cosas, regresamos hasta mañana
- ¿Esto cuenta como secuestro?
-Bueno, si quieres que sea más real, puedo cargarte y encerrarte en la cajuela…
-No, no quiero- respondió levitándose aliviado de terminar con su encierro y abriendo su maleta. De nuevo, no tenía ni la más mínima idea de a dónde iban… -¿Y Alexander?
-Seguirá vivo cuando regresemos… a menos que se lo lleve el nahual
-¡¿El qué?!
- Nada, es broma; no le va a pasar nada – respondió riendo de esa manera que a Tom tanto le encantaba y llevaba tanto tiempo sin escuchar con tantos problemas.
Fue entonces cuando tocaron a la puerta. Trayéndolos de golpe a la realidad de nuevo
-Bill, ya regresaron – escuchó la voz de Esmeralda del otro lado de la puerta. Seguía molesta con él, pero en ese momento, era lo que menos le preocupaba. Que los Cienfuegos hubieran vuelto tan pronto no podía ser ninguna buena señal, o al menos hasta donde él creía.
-No tardo, espérame en el auto ¿vale?- dijo el torero sonriendo e intentando ocultar su miedo dirigiéndose a la biblioteca, donde efectivamente, ya lo estaban esperando
-¿Qué ocurrió? ¿Lo encontraron?
-No fue nada difícil de rastrear… piensa que siguen en su competencia junto con todos los demás… pobre iluso- dijo ella tranquilizándolo al momento – de entrada, tenemos bastante tiempo de ventaja
-Pero eso, no es lo que viniste a decirme; ¿verdad, Alejandra? – dedujo Bill mirándola profundamente solo confirmándole a la chica lo que ya sabía, si había alguien capaz de descifrar su pensamiento, ese era Bill y a decir verdad no era algo que le agradara para nada.
- Como quieras, voy a ir al grano. Tom es virgen ¿cierto?- preguntó sin más rodeos recargándose en la pared, sin ninguna clase de vergüenza
-¿¡Que?!- respondió instintivamente intentando no sonrojarse sin mucho éxito, pero definitivamente no estaba en sus planes hablar de su vida sexual, y menos de la de Tom… que para colmo, iban juntas.
-Solo contéstame Bill
-Sí, lo es, ¿Qué con eso? – dijo mirándola con resentimiento lo cual le causaba gracia a la Oaxaqueña. Las verdades se dicen en el momento y como son, o al menos, al parecer de ella.
- Detrás de eso va Gabriel. Lamento decírtelo así guapo, pero eso quiere…
-A ver espera. ¿Me estás diciendo que me acueste con él?- preguntó alterado intentando razonarlo ya sin cuidado del sonrojo que lo acosaba
-Bueno, su novio eres tú… a no ser que quieras que alguien más lo haga- sonrió mostrando la obviedad del asunto con tranquilidad, lo cual le causaba cierta gracia- pero no creo.
Justo al instante, Alexander abandonó el salón lo más rápido que pudo, sin querer escuchar una palabra más. Si, quería ayudar a Tom, detener a ese maldito de Gabriel de una buena vez, pero… Bill… su derrota estaba más que asegurada, pero aún así, no quería ni siquiera imaginar la escena. Lo que no daría en ese momento por estar en el lugar de Tom…
-No puedo obligarlo a hacer eso, no ¡no puedo! ¡Olvida eso Alejandra!- dijo el pelinegro recordando sus… intentos anteriores (si es que podían llamársele así) completamente fallidos. No podía estarle pidiendo eso.
-Es tu decisión, yo ya te dije lo que sabía. Aarón, espérame afuera- ordeno ella lo cual su hermano obedeció saliendo al instante, tras lo cual, el semblante de la morena cambió por completo, mostrando ese otro lado de la temida Alejandra Cienfuegos, uno que solo Bill conocía
-Ey tranquilo… todo va a estar bien – dijo con una voz suave y amorosa
-Es que yo…
- El te ama… lo veo en su mirada, y en su alma- contestó mirándolo tranquilamente – inténtalo, no pierdes nada con tratar…
-Ya lo hice, dos veces, y no funcionó…
-No te rindas… sin tu ayuda, no hay modo de que supere sus miedos. Tú eres el único que puede ayudarlo. Olvida el pasado Bill… el futuro está delante, no atrás – concluyó ella acariciando sus oscuros cabellos y saliendo de la habitación
Ella tenía razón… de alguna manera, siempre la tenía
-Lamento la tardanza- dijo el pelinegro saliendo al auto donde el rubio lo esperaba disfrutando un poco del sol hidalguense
-No te tardaste- dijo Tom aliviado, ya que apenas le había alcanzado el tiempo de meter algunas cosas en la mochila y aparecer en el auto; y en menos de lo que cualquiera esperaría, se encontraban tomando la autopista hacia la ciudad más grande del mundo
México, Distrito federal.
 

Torero Capitulo 18 Mezcal y Tequila



-Tranquilo, no te voy a morder- dijo la chica que sonreía desde la oscuridad a Alexander al ver su cara de entre sorpresa y miedo mientras esperaba en la sala de la hacienda.
-Qui- ¿Quien eres?- preguntó confundido y en alerta total. ¿Y si era algún plan de Alexander?
- Ya lo descubrirás mañana guapo- dijo ella sonriendo y desapareciendo detrás de la cortina, después de lo cual, no volvió a verla.
¿Qué demonios había sido eso?
-¿Viste un Nahual** o que te pasa?- pregunto Bill entrando desde otra habitación detrás de el junto con su hermana Agatha, quién sonrió al ver la cara de espanto del forastero que no podía quitarse de la mente la imagen de la ventana.
-¿¡Qué rayos es un nahual?!
-Nada, olvídalo- respondió el pelinegro son poder evitar sonreír- Ella es mi hermana Agatha. Si necesitas algo pídeselo a ella; la gente de la hacienda no habla alemán…
-Ven, te llevaré a tu habitación- dijo la chica en un lindo acento alemán para después cambiar al español mexicano que ni siquiera se esforzó en comprender – Ya vete a dormir Bill…todo va a salir bien…
-¿Tu crees?
La chica sonrió y después de darle un beso en la mejilla solo respondió
-Tom te está esperando, anda… no lo dejes solo- concluyo para marcharse con el otro pelinegro detrás; mientras el volvía a la habitación.
Al abrir la puerta, no pudo más que sonreír al contemplar la escena. Tom se había quedado completamente dormido viendo el álbum fotográfico a la mitad de la cama; sin siquiera haberse cambiado de ropa antes… ese día había sido inmenso, y el siguiente, bien podía serlo más.
Alexander no pudo dormir nada durante toda la noche. El cambio de horario ya le estaba pegando, y cuando por fin comenzó a adormilarse un poco, el brillante sol del valle de México esfumó toda esperanza de poder dormir
-¿Alexander?- escuchó la voz familiar de Agatha llamarlo
-¿Qué pasa?
-El baño está a tu derecha; puedes ocuparlo cuando quieras… Bill te espera abajo para desayunar en una hora…
-Gracias- dijo intentando despejarse mientras la chica se iba. Un baño de agua fría no le vendría mal para nada, pero tampoco sonaba muy atractivo, por lo que al abrir la regadera, procuró que fuera agua caliente, la cual, para su sorpresa, tenía una temperatura abrumadoramente ideal para él, por lo que no dudó un solo minuto en entrar ya desnudo al chorro del agua.
El agua caliente caía por su piel dándole una sensación de bienestar que hacía mucho que no lo embargaba, y a decir verdad, ya no recordaba…se sentía tan distinto, tan lleno de… vida
Pensó en salir del agua hasta que esta se enfriara, lo cual nunca sucedió, así que después de un prolongado baño, salió encontrando su ropa (que el había intentado colgar el día anterior en el armario) doblada y planchada sobre la cama, junto con una nota en letra manuscrita
“Espero no te moleste, la gente de la cocina lavó y planchó tu ropa durante la noche. Te espero en la sala para llevarte con mi hermano
Agatha Montemayor”
Se vistió con calma y acomodó su cabello como solía hacerlo cuando aún estaba en casa, cuando Alex todavía estaba ahí… y aunque le pareciera muy extraño, le parecía que la vida en ese momento era sumamente sencilla al igual que en ese entonces, como si sus problemas se estuvieran esfumando en la cálida brisa del estado de Hidalgo…
Bajó las escaleras por el mismo camino que habían recorrido la noche anterior, y tal cual como decía la nota, la chica estaba al pié de la escalera aguardando por el.
-Ven, por aquí- sonrió y comenzaron a andar cruzando el salón
-Muchas gracias por lo de la ropa- dijo él sonriendo, cosa que no hacía desde hace muchísimo tiempo, tanto que ya había perdido la cuenta
-¿No te molesta?
-¿Por qué lo haría?
-No lo sé…- contestó ella abriendo la puerta del comedor donde Bill y Tom ya estaban esperando. Fue entonces cuando vio la hora; 11:26 a.m.
¿¡Cuánto tiempo había tardado bañándose?! ¡Más de dos horas!
-Ven, siéntate- dijo la chica indicándole un lugar donde ya estaba todo servido…
Era muy extraño, parecía que estaba en otra dimensión. Todos hablaban normalmente, como si nada pasara, como si eso fuera lo normal.
El concurso… al parecer todo iba demasiado bien con todos, demasiado para ser cierto, ¿Por qué?
-Joven Bill- llamó una tímida muchacha que entraba al salón en un acento notoriamente indígena
-¿Qué pasa Xóchitl?
-La señorita Cienfuegos está aquí, acaba de encontrarse con la niña Rubí- dijo espantada la muchacha
El solo escuchar aquello volvió tenso el ambiente de inmediato, y Bill junto con Agatha salieron corriendo de inmediato fuera de la hacienda, tan rápido como podían.
Ni Tom ni Alexander pensaron que algo así pudiera ocurrir… habían visto ya una parte de la tierra donde estaban, pero pronto se dieron cuenta de que no conocían absolutamente nada.
-¿Qué estás haciendo aquí, Cienfuegos?- dijo Rubí mirando con desprecio a la chica que aún no acababa de entrar a la hacienda.
-No es por ti, eso tenlo por seguro. Aunque me encanta ver tu odio directamente. Es divertido- contestó la chica, que era todo lo contrario a las mujeres de la casa.
Morena, de cabello corto y oscuro; Alejandra Cienfuegos, bajó del toro de lidia que montaba, sonriendo para sus adentros al ver la notoria furia de la mayor de las Montemayor.
-Vete ya, no tienes nada que hacer aquí- respondió la otra acercándose sin miedo
-Calmada Rubí. El tequila jamás ha sido tan fuerte como el mezcal*- se burló la Oaxaqueña al ver como Agatha y Bill corrían a su encuentro-Agatha, Bill, que bueno que llegan…
-Sigue hablando niña, mientras más alto llegas, mas fuerte es la caída.
-Si bien lo sabes tú, ¿no es cierto? ¿O ya recuperaste todo lo de tus plantaciones esas? Permíteme dudarlo
- Ale ; seguro fue cansado el viaje hasta acá- interrumpió Agatha desviando por completo el tema, mientras Rubí se iba más que furiosa hacia las caballerizas mirando de reojo a la morena, que sonreía cada vez más al notar su frustración. No era la primera vez que la tachaban de cabrona, y a decir verdad, más que preocuparle, le encantaba.
- Un poco, pero no te preocupes por eso…debe ser muy urgente lo que pasa como para pedirme que viniera de inmediato.
-Algo así- dijo Bill tomando de la mano a Tom ante lo cual la chica solo pudo sonreír interpretándolo de inmediato. Obviamente ellos no eran solo amigos.
- ¿Cómo es que tu siempre te consigues amigos tan guapos Bill?- sonrió bajando del toro con la ayuda de un chico alto y de cabellos castaños; su hermano Aarón.
-Gracias guapo- dijo ella llegando al piso y acercándose a Agatha, se abrazaron como las amigas que siempre habían sido, desde antes de su pelea con Rubí.
- ¿Y estos dos muchachos violables de aquí?- pregunto sonriendo mirando a los dos patinadores, que parecían esconderse detrás de Bill. – Ya te lo había dicho, no te voy a morder…
-¡Tú eras la de la ventana!- dijo Alexander sin saber que pensar… ¿Qué no acababan de llegar?
-Alejandra Cienfuegos a tus ordenes, calmado, no soy un fantasma
-¿Nahual entonces?- pregunto el retándola mientras todos se quedaban helados. Definitivamente, había cometido un error, y no lo sabía.
-Que perceptivo eres- afirmo ella dejándolo petrificado… entonces, ¿era cierto?- Díganme, ¿a quién tengo que matar?
Tom se tensó en cuanto escuchó sus palabras ya que no estaba hablando español…
-Tom, espérame en la habitación… ahora voy…-dijo Bill dándole un suave beso en los labios, a lo cual Tom hizo exactamente lo que le pidió…
El pelinegro no quería que reviviera de nuevo esa escena tal como cuando le dio la noticia de que Gabriel continuaba buscándolo, y no iba a exponerlo de nuevo.
Esa noche, lejos de dormir tranquilamente, su amado patinador lloró casi todo el tiempo aferrándose a el, y cuando al fin el sueño lo venció, pesadillas lo acosaban y despertaban cada media hora o menos, sin que pudiera evitarlas.
-Ya fue mucha ceremonia para todo esto Bill; al grano- pidió la recién llegada sin siquiera haber entrado a la casa.
-El es mi novio, Tom. Un tipo lo persigue y no tiene ninguna pinta de querer desistir…
-¿Qué tan grave es?
-Puede matarlo si no lo detenemos ahora… ya intentó tocarlo una vez, y ahora esta buscando su venganza… Lo he cuidado lo más que he podido, pero ahora eso ya no es suficiente… Alejandra, Aarón, por favor… no puedo hacerlo solo…-suplicó el pelinegro desconsolado. Aún cuando ellos estuvieran ahí, no tenía ninguna garantía de que fueran a ayudarlo, ni que aceptaran todo lo que el les pedía.
-Suena lo suficientemente malo…- dijo el chico que se había abstenido de hablar durante todo el día.
-¿Y que tanto quieres que haga?
-¿A que te refieres?
-¿Quieres que lo mate?- pregunto directo acariciando la funda de la pistola que llevaba bien ceñida a su cintura
-¡No! Es decir, ¿es necesario?
-No dije que lo fuera, si no que quieres tú que le haga. Yo no tengo inconveniente…
Sus palabras recordaron al torero el porque en Oaxaca todos temían a la familia Cienfuegos.
-Yo….
-No tienes que decírmelo ahora, de momento tengo que encontrarlo primero…
-Es este- dijo Alexander dándole la fotografía que había obtenido Ashley hacía poco
-Perfecto- contestó mirándola- tiene cara de depravado- concluyo ella dándose la vuelta para volver a su transporte- volveremos a la media noche…
Y en menos de lo que pudieron pensar, ellos desaparecieron tan rápido como la subida del sol…
-¿Va a matarlo?- pregunto Alexander al pelinegro sorprendido de la decisión de aquella chica.
-No lo sé… solo quiero que lo deje en paz- contestó dirigiéndose a la habitación… seguro Tom ya le tendría muchas preguntas que tendría que responder…